DOS MOMENTOS DE UN VIACRUCIS

 





Compartimos con vosotros una reflexión de Pedro Alonso para radio ECCA

 

DOS MOMENTOS DE UN VIACRUCIS

 

El pasado Viernes Santo, tal vez algunos de vosotros tuvisteis la oportunidad de vivir el Vía Crucis retransmitido desde Roma. Me impresionó por la cantidad de gente y el ambiente de recogimiento a la vez. También el ver a un cansado y dolorido Francisco presidiéndolo y rezando en silencio.

 

Dos momentos o “estaciones” del Vía Crucis me llamaron especialmente la atención. Uno de ellos fue el de las dos amigas, una ucraniana y la otra rusa que portaron la cruz juntas mientras se pedía que cada uno en su corazón rezara por la paz en el mundo. No se leyó el texto preparado ante la protesta de la embajada de Ucrania de que una familia rusa compartiera el momento. Les digo de verdad que me duele y sorprende que la dinámica del odio llegue a nublarnos el entendimiento y el corazón de esa manera. El propio Francisco el Domingo de resurrección, dijo en la bendición “Urbi et Orbe” que “escuchemos el grito de paz de la gente” y que “no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles”.

 

El otro momento del vía crucis del que les hablaba, fue el testimonio de una pareja de jubilados. Resulta que sus planes de descanso y de disfrutar del tiempo juntos, sin duda bien merecidos, se vieron truncados ante las circunstancias que empezó a vivir su familia: la pérdida del trabajo de su yerno y la ruptura del matrimonio de su hija mayor llenó de nietos su casa. “Nuestros músculos ya no son los de antes, pero al bagaje de experiencias nos hace más dóciles a la vida” decían, y también que “ser “oxígeno” para las familias de nuestros hijos era un don”. Me gustó especialmente esta expresión, que me recuerda que verdaderamente con frecuencia la vida nos impone sus circunstancias, sus “cruces” ante las cuales podemos tomar una actitud u otra. La decisión de estas personas me recuerda que verdaderamente el evangelio es como ese tesoro escondido que se encuentra y por el que se vende todo lo demás y que a Jesús resucitado se le encuentra haciendo el tipo de cosas que hacía Él y como las haría Él…

 

                                                                                                 Desde La Laguna, Pedro Alonso

                                                                                                     Equipo Misión Espiritualidad