La película, protagonizada por Cameron Díaz y Abigail Breslin, reanuda el debate sobre un tema polémico: qué pasa cuando se concibe un hijo para salvar a otro, que tiene una enfermedad terminal. Desde 2000, cuando se conoció en EE.UU. el primer nacimiento de un “bebé de diseño” (ver recuadro), se alzaron varias voces en contra de la manipulación de embriones con fines terapéuticos. Pero el drama dirigido por Nick Cassavetes va más allá y plantea si se puede obligar a una persona a darlo todo por otra. ¿Cuál es el límite entre el altruismo involuntario y la instrumentalización de un ser humano?
Debate. La técnica que permite el nacimiento de los “bebés medicamento” es el Diagnóstico Genético Preimplantatorio (DGP), que se realiza en la Argentina desde 1999 y ya fue elegido por más de 500 parejas. “La mayoría de las veces se lleva a cabo para prevenir enfermedades genéticas, como la fibrosis quística. Se seleccionan los embriones sanos para transferirlos al útero de la mujer”, explicó Fernando Neuspiller, director del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en Buenos Aires. “En el caso de la película, se eligen embriones que sean histocompatibles con la hermana enferma ya que necesita un trasplante de células madre del cordón umbilical para poder curarse”, agregó el especialista.