Desde el Equipo Misión Espiritualidad nos comparten la experiencia de EE en CVX-E.
Querida Comunidad:
Del 2 al 11 de agosto ha tenido lugar en Loyola la
experiencia de Ejercicios en clave: “Vocación laical
ignaciana”. Experiencia de encuentro profundo con el Señor desde el “sentir y
gustar para amar y servir con los ojos abiertos hacia el mundo desde una nueva
mirada”. Hemos participado 9 ejercitantes y dos acompañantes laicos. Ha sido un
tiempo necesario de silencio para abrirnos y escuchar la palabra de Dios
dirigida a cada uno de nosotros.
Con un abrazo muy agradecido, deseamos compartir con toda la
Comunidad y os dejamos dos testimonios de esta experiencia.
Equipo Misión Espiritualidad CVX-E
En estos días me he sentido llevado de la mano por
Dios Padre, que ha sabido y querido adaptarse a los tiempos y ritmos que
necesitaba su criatura. Al principio, como huracán para quitar los prejuicios y
preocupaciones que me hubieran impedido entrar reposadamente en la experiencia.
Luego, las más de las veces, como brisa suave. Sabiéndome limitado, he ido
intuyendo otra manera de relacionarme con Él, pidiendo gracia, si tuviera a
bien darla, de aquello que no alcanzo y que no me hace menos querido como hijo.
Él me ha permitido mirar, junto a Cristo mis muertes y resurrecciones terrenas
de estos dos o tres últimos años, no para recrearme en ellas, sino para
abrazarlas y mirar al futuro con la esperanza del Resucitado. Con calma y sin
prisas, sabiendo que los frutos brotarán a su debido tiempo. En unos días,
meses o años, volverá algo de lo vivido y guardado en el corazón estos días, y
entonces recordaré que fue verdadero y se hará presente para quedarse. En fin,
toda una profunda experiencia de encuentro personal con Dios, vivido no
solitariamente, sino compartido y ayudado tanto por los acompañantes y
sacerdote de la tanda, como por la pequeña comunidad que fuimos formando los 9
ejercitantes en esos días. Sintiendo su apoyo en las entrevistas, sacramentos,
silencios, miradas cómplices, sentimientos compartidos en la Eucaristía y
también en los guardados y profundamente respetados.
Francisco Javier Ferrer
CVX-Sevilla
Cuando uno entra en Ejercicios,
siempre se promete hacerlo en libertad y liberalidad. Lo que normalmente viene
a ser, con ganas y con agradecimiento, porque no es fácil hacerse con los días
necesarios. Pero uno en su interior a veces piensa que no será para tanto, la
vida está encarrilada y ya seguimos al Señor: no esperamos sorpresas.
Pero siempre las hay. Dios nos está
esperando en aquella cita del evangelio que conocemos de memoria y que, fíjate,
hoy nos dice algo completamente distinto. Aquellas cosas de nuestra vida que
tenemos tan colocaditas, de repente aparecen en otra estantería, y solo nos
queda decir, como Pedro, “Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”.
Si entramos con un corazón libre de
verdad, nos exponemos a que Dios nos remueva los cimientos. Nos encontramos,
como la Samaritana, yendo a la fuente de siempre, para que un Jesús que creemos
conocer, nos dé vuelta y vuelta para cambiar lo que creemos saber de nuestra
vida.
Otro misterio, es cómo, haciendo una
experiencia totalmente personal y en silencio, podemos sentirnos tan unidos al
resto de personas de nuestro grupo. Nos unen solo miradas a la hora de comer
(que dan mucho de sí) y el orar unos por otros. Al final, cuando ya podemos
hablar, parece que lleváramos toda la vida juntos. Y nos llevamos el deseo de
seguir orando así por los demás. Hemos sido una comunidad temporal con vínculos
fuertes.
En resumen, gracias a Isabel y Carlos,
que nos han acompañado estos días en Loyola con su tiempo y su paciencia.
Gracias a CVX por organizar y facilitar la experiencia de Ejercicios, que es el
corazón de nuestra espiritualidad y de nuestra vida.
Gemma Fraile
CVX-Galilea
(Madrid)