Ilusión, expectativas, entrega, confianza y cariño. Así comenzó el Reloj de la Familia en Valladolid, nueve matrimonios, gente de Burgos, de Valladolid y de Madrid. Algunas caras conocidas de otros encuentros de CVX y otras nuevas en enero de 2020. Un Reloj largo por las circunstancias, porque ha finalizado el 20 de marzo de 2021.
Las tres primeras sesiones fueron fantásticas, en vivo y en directo y desde la casa de los Maristas en Valladolid. Unos viajaban más y otros menos, pero hicimos una fantástica piña intercambiando experiencias, horarios vitales, momentos existenciales. Descubrimos diferentes momentos en los relojes de cada pareja. A unos se les van los hijos de casa; y otros los acaban de recibir. Cada cosa a su tiempo, no es tarea fácil.
Y llegó el confinamiento cuando andábamos por la cuarta sesión. Parón que se llama. ¿Qué tal chicos? Y los guasapes funcionan, y nos intercambiamos memes, y nos reímos y tiramos para adelante. Cada uno con lo suyo, que no es poco. Niños en casa y trabajando en el salón; sacrificios por la familia y por la salud de muchos; desbordados, pero no inundados.
Pasó el tiempo. Meses encerrados, y verano renacentista. Tampoco fue para tanto, dicen algunos. Pero la vida, todos lo sabemos nos cambió. Unos tuvieron que dar el do de pecho en la UCI, otros cuidaron a sus mayores, atendieron a sus hijos, rezaron y se compadecieron por todos. Cada uno en lo suyo, la vida es así. Como decía Lennon «la vida es aquello que te sucede cuando estás haciendo otros planes». Y así pasó un curso, una tarde y una mañana. El año primero.
Nos reencontramos
y retomamos el reloj. Las cinco, las seis… Es verdad que no es lo mismo, que no
estamos juntos, que echamos de menos vernos y abrazarnos. Pero no importa,
porque seguimos compartiendo desde lo profundo. Cada matrimonio desde el rincón
de casa, trabajó y aportó todo su cariño. Abrimos los hogares, una habitación,
una pareja, y un montón de ganas de vivir y de compartir la vida. Había
experiencias que contar de estos meses de pandemia, días muy duros, y días de
aprendizaje. También nos reímos.
Quedábamos un rato antes para charlar de lo nuestro, lo divino y lo humano; para hacer café y acogida. Nos acompañaron unos cuantos relojeros, hicimos lo que cuesta tanto en días de pandemia: quitarnos las mascarillas y seguir viendo on-line quiénes éramos. Boca, ojos y labios. Corazones y manos. Maribel y Carlos, al frente de los relojeros nos ayudan y nos ponen en marcha. Relojeros que nos dan cuerda, y no era fácil, no lo fue para muchos ni lo es para nadie. Otro momento, pero no otra vida.
Los
relojes terminaron su puesta a punto y a la hora de despedirnos y sin podernos
darnos ese abrazo físico, no dejábamos de tirarnos besos con los gestos, que
hablaban desde lo más profundo del corazón. La valoración ha sido muy
buena. Y no se puede decir que no tengamos los relojes en hora. ¿Lo próximo?
Juntarnos en directo para darnos abrazos. Es lo único que no pudimos hacer y que
echamos de menos. Besos a todos.
Marisa, Carmelo, Ana y Antonio
CVX en Valladolid