Cuarto encuentro de la comunidad de aprendizaje de diálogo cívico para la reconciliación

El fin de semana del 31 enero y 1-2 de febrero, volvimos a encontrarnos en Madrid la comunidad de aprendizaje. Hacía ya cuatro meses que nos habíamos reunido en Barcelona respondiendo a la generosa invitación que habíamos recibido desde CVX en Cataluña.

Esta vez estuvimos centrados en el cuarto y quinto anclaje de nuestro proceso, es decir, la experiencia de la cruz y la resurrección, la 3ª y 4ª semana de EE.EE. Tras recoger lo vivido en Barcelona, estuvimos trabajando que la prepolítica/la Mistagogía ignaciana son umbrales imprescindibles para poder alcanzar las competencias instrumentales y actitudinales necesarias para poder abordar el espacio político. Para poder ser “contemplativos” en la “acción” tenemos que avanzar en política y en espiritualidad, ya que el cambio interior (el desde dónde) nos lleva a prepararnos para poder abordar el cambio exterior. Hay que combinar palabra y silencio, acción y pasividad, tener una visión binocular, una mística política que da hondura a la realidad.

Estos dos anclajes nos ayudan a descubrir que ser libre es ser humilde, ya que el corazón desarmado es el que no se apropia de nada y está preparado para bajar al dolor humano y sentirlo: es la mansedumbre subversiva, empatizar con el dolor del otro, dejar de ser sólo yo para dejar que Él sea quien pronuncie la palabra “Vida” ante mi silencio. Tras estos puntos, tuvimos ocasión de tener un rato de oración personal.

Este fin de semana dedicamos tiempo, esfuerzo y abrimos nuestros corazones a dialogar sobre diversos temas que nos hacen posicionarnos de maneras muy diferentes, destapar las tensiones que hay entre nosotros y ayudarnos a descubrir qué nos duele de los demás, cómo hablamos o callamos cuando surge el conflicto, cómo nos posicionamos en una forma de comunicación más excluyente o inclusiva, o cómo cada uno nos sentimos en una posición superior o inferior hacia los demás en nuestros planteamientos. Es decir, nos adentramos en la cruz, en el dolor, en la tensión, para intentar escucharnos, entendernos, acoger al otro, especialmente al más diferente, para así vivir la resurrección, el paso del dolor/muerte a la vida.

El sábado terminó con una eucaristía acompañada por el Buen Pastor, quien sale a buscar a la oveja que se ha perdido, sin miedo a que se pueda lastimar, herir, o aun sabiendo que está dispuesto a dar su vida por ella. Quizá la oveja perdida a quien sale a buscar el Buen Pastor, no es otro más que quien se encuentra en el otro extremo respecto a su posición ideológica. Esta es la resurrección, devolver la dignidad, mirar a los ojos y salir al encuentro de quien se encuentra más lejos de ti, aunque por el camino nos lastimemos nosotros mismos.

El domingo nos acompañó Zaqueo en la oración inicial, acogiendo a Jesús en su casa ante su requerimiento: “Baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
A lo largo de la mañana, trabajamos la teoría del Reconocimiento, tres espacios de reconocimiento que debe haber en los conflictos.

 Después, aceptamos con ilusión la propuesta de escribir una carta a las comunidades locales de CVX en Cataluña que enviaremos queriendo recoger todo lo que entre todos expresamos: principalmente agradecimiento profundo.

También realizamos dinámicas para analizar y profundizar aquellas propuestas que algunos de nosotros han comenzado ya a desarrollar en sus comunidades de origen en relación a lo que estamos trabajando. Entre todos intentamos ayudar y aportar nuevas ideas y caminos para mejorarlas y nos sentimos copartícipes y enviados a estas misiones de cada uno en nuestras comunidades y lugares próximos de procedencia. Ya están en marcha algunos talleres y experiencias, siempre utilizando nuestra forma específica: proceso de diálogo cívico basado en los anclajes de EE.EE y teniendo como herramienta el discernimiento comunitario, la recogida del paso del Espíritu en nosotros como guía.