Señor, dame una buena digestión,
y, naturalmente, algo para digerir...
Dame la salud del cuerpo
y el buen humor necesario para mantenerla.
Dame un alma sana, Señor,
que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro,
que no se escandalice ante el pecado.
Sino que sepa encontrar el modo de remediarlo.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
los ronroneos, los suspiros ni los lamentos.
Y no permitas que tome demasiado en serio
esa cosa entrometida que se llama el "yo".
Dame, Señor, el sentido del humor.
Dame el saber reírme de un chiste
para que sepa sacar un poco de alegría a la vida
y pueda compartirla con los demás.
(Santo Tomás Moro)