Mi HERMANO KIKE

Artículo publicado ayer en El Comercio por NICANOR FIGAREDO ALVARGONZÁLEZ
Con motivo de la entrega del Premio Vocento a los Valores Humanos me vienen a la cabeza recuerdos de mi hermano Kike. El séptimo de ocho hermanos nació en 1959. Mis padres tuvieron siete hijos varones y la octava una hija. Como hermano siete años mayor que él, soy el cuarto, he tenido ocasión de poder verle de pequeño cómo se relacionaba y jugaba con sus hermanos, primos, vecinos y amigos próximos en edad. Hacían cabañas en los árboles, jugaban a la queda, andaban en bici. Nada hacía pensar qué iba a ser de mayor.
Aunque en los últimos años de Bachiller ya se podía vislumbrar un acercamiento a lo que en el futuro sería su vocación. En 1975, a mitad de la carrera de Económicas tomó la decisión de hacerse jesuita. No fue una sorpresa pero sí una decisión que chocó a todos ya que parecía mas lógico que acabara primero la carrera. Cuando se ordenó sacerdote, en julio de 1992, ya había acabado la carrera de Económicas.
Dentro de su periodo de formación en el seminario, con el deseo de servir a Dios en la gente más necesitada se presentó al Servicio Jesuita para Refugiados y en 1985 le enviaron a los campos de refugiados de camboyanos en territorio tailandés. Desde aquel momento Camboya se convirtió en el eje de su vida. Le visité en los campos en dos ocasiones: 1986 y 1988. Había varios. Uno de ellos, el más grande acogía a unas 180.000 personas, 1.500 de ellas mutiladas. Puedo decir que de una visita a otra noté un gran cambio.