Llegué con el espíritu gozoso. Contento por
tener otra oportunidad de compartir, dejándome sorprender. Llegué sin miedo, y
con dudas. Y me fui aún más gozoso. Lleno de buenas sensaciones y con una gran
certeza: es imposible que me esté equivocando.
Fue hace unas tres semanas, a finales de
enero, en el Centro Arrupe de Sevilla. Fui como miembro de un grupo de acogida
y me fui como un cristiano más, y merendado, porque hubo pastelería y bollería
casera repleta de delicioso cariño artesanal.
Yo no soy jesuita, ni religioso. Soy laico,
como casi todas las personas que estoy conociendo. Este enclave de fraternidad
desinteresada, este punto de encuentro de personas con inquietudes y con fe, es
también un cruce de caminos natural, humano y libre que pone a Dios en el
centro de todo, que intenta dejarse interpelar y guiar por él y que tiene en la
espiritualidad ignaciana una herramienta de oro.
Me pidieron que escribiera esto para reflejar
mis impresiones. Para contar lo que pasó desde mi experiencia. Y lo que pasó
fue que Macarena y Javier nos contaron su camino, dejándose preguntar,
cuestionar… e incitando a la sana reflexión interna de cada una, e incluso, a
compartir vida. Y digo “incluso” porque muchas de las veinte personas que
acudimos no nos conocíamos.
Muchas de las dudas, sobre el orden de las
etapas o sobre la casuística de cada grupo, fueron resueltas, pero creo nadie
se pasó aquella tarde por allí para despejarlas y, mucho menos, buscando
certezas. La gente, la de Huelva y Cádiz, la de Sevilla, la de Fundamentación,
la de Acogida, la de Discernimiento, la que lleva años y la que acaba de
llegar, la que ha concluido los ejercicios y la que ni se plantea hacerlos por
ahora…, fue a compartir vida, y eso hicimos.
Hace poco, en Casa Mambré, una persona me dijo
“la etapa de Acogida es la más importante, no porque sea la primera, ni por la
posibilidad de que la persona encuentre su camino ligado a la CVX, sino,
sencillamente, porque es aquella en la que se puede arrojar la luz necesaria
para encontrar el camino, sea cual sea: el camino de la felicidad.
Le doy gracias a Dios por alimentar los
corazones de la gente que se siente acogida, esa misma que después acoge, sin
más. Le doy gracias a Dios por esas redes familiares, por la CVX. He
experimentado la mejor definición de acogida que he conocido: dejarse
interpelar desde la libertad, el amor y la fe.
Isaac Sánchez, CVX en Sevilla
Publicado
en el Facebook de CVXComunidad de Vida Cristiana en Sevilla