“Dos maneras de pasar por la vida”, impresiones de la charla cuaresmal de Olaizola en la Iglesia de Portaceli de Sevilla
El miércoles 8 de marzo, tuve la oportunidad
de asistir junto a mi marido Jesús a la conferencia de J.Mª Rodríguez Olaizola
SJ en la Iglesia del colegio Portaceli de Sevilla; la segunda de sus dos charlas
cuaresmales organizadas para la preparación hacia la Pascua.
Utilizando la bonita imagen de la vida como
un camino, el ponente nos planteaba que hay dos maneras de pasar por la vida:
como turista o como peregrino. Pasar por la vida como turista es capturar
momentos sin implicarse en ninguno de ellos. Es intentar ser un actor
secundario en cada escena. Pasar por los sitios sin realmente conocerlos en
profundidad, capturar la experiencia (a través de una cámara de fotos) sin
llegar a tenerla. Arriesgar poco. Llevarlo todo escrito en una guía. Pasar por
los sitios sin que los sitios pasen por ti.
En cambio, ir por la vida como peregrino es
vivir intensamente, dándote a los demás en cada cosa que hagas, cada lugar que
visitas y cada conversación que tienes en cualquier circunstancia. Es saborear
cada momento y a la vez, en este proceso, dar todo lo que recibes. El peregrino
sale a la intemperie, a lo desconocido. Tiene una meta pero no tiene todas las
seguridades. Arriesga. Tiene tiempo para la conversación pero también para la
soledad. Se empapa de lo que ve, y le deja huella, experiencia. Conoce personas
diferentes y aprende de ellas, aprende a mirar la realidad de otra forma. En
definitiva, peregrinar es pasar por la
hondura de la vida, es caminar de otra manera diferente.
Después pasó a explicarnos más detenidamente,
los diez pasos o aprendizajes del peregrino y que yo anoté en mi cuaderno como “Decálogo
del peregrino”. Los nombro a continuación porque son una buena propuesta para
seguir en esta Cuaresma:
1. La importancia de salir hacia lo desconocido. Muchas veces tenemos
la tentación de quedarnos en lo conocido porque lo desconocido asusta. Nos
terminamos haciendo un mundo a medida y no salimos de nuestra zona de confort.
2. La capacidad de descubrir qué es lo importante y qué
es lo accesorio. ¡La
cantidad de cosas en nuestra vida que hacemos imprescindibles cuando no lo son!
Todo esto al final nos genera insatisfacción.
3. La necesidad de afrontar las dificultades. Vivimos en una
sociedad que exalta lo fácil, pero en la vida hay muchas cosas que son
difíciles y hay que afrontarlas.
4. El peregrino avanza. Avanzar es parte de
la vida ¡Ojalá en nuestro camino no nos quedemos atascados ni dando vueltas
siempre sobre lo mismo…!
5. La capacidad real para el encuentro. El peregrino se
encuentra con la gente, se implica, deja que le afecten las cosas que le
cuentan esas personas: le inquietan, le movilizan, le generan dolor… Pero para
que haya encuentro uno tiene que exponerse.
6. Los valores del peregrino son: La austeridad frente
al despilfarro, la alteridad frente al egoísmo, la gratitud frente a la
exigencia.
7. Hay que tener metas en el camino. El tener un destino,
una meta a la que llegar, te hace seguir caminando. ¿Qué evangelio mueve
nuestra vida?
8. La soledad. El peregrino acepta que hay momentos de
soledad. Es más, a veces la necesita, la busca. Disfrutar de esos momentos de
silencio necesarios.
9. Pero no estamos solos… Vivimos vinculados
unos a otros. Cada uno de nosotros es un mapa de relaciones. Tiramos unos de
otros.
10. Hay que gastarse. Hay que llegar al final del camino habiéndose
vaciado. La pregunta no tiene que ser ¿Qué tengo que hacer en la vida para
conservarme? sino ¿Por qué voy a gastarme en la vida?
Agradecer
a José María por las reflexiones compartidas en Sevilla, su cercanía y cariño,
y también al Colegio Portaceli porque estas charlas han permitido asomarnos a
muchos de los sufrimientos, inseguridades y oportunidades de la vida
contemporánea. Mereció mucho la pena “peregrinar” la AP-4 desde Jerez en ese
caluroso día.
Ana
Palomo, CVX en Jerez