Así pues,
la Unión Europea ,
que representa a 506 millones de habitantes, cuyo nivel de vida es el más
elevado del mundo, acaba de adoptar un sistema de cuotas supuestamente
destinado a expresar su solidaridad con los refugiados… es decir 40.000
desgraciados.
Ah, ¡la
valiente decisión! Imaginaos la generosidad: sobre tres millones de refugiados
sirios, cuatro millones de desarraigados iraquíes —por causa fundamentalmente
de la invasión americano-británica de 2003—, dos millones de libios desplazados
por la destrucción del Estado libio; millares de eritreos huyendo de la
barbarie, afganos y otros más condenados de la tierra, ¡acogeremos a 40.000 en
dos años! Una multitud innombrable de seres humanos sufre en nuestras fronteras
el odio, las humillaciones, el hambre, pero, cogidos en el punto de mira de la
razón de Estado, son silenciados por nuestros rigurosos servicios
policiaco-militares. Hablamos de millones, cuando los países europeos se rasgan
las vestiduras a la hora de requerirles aceptar unas “cuotas” mínimas.
Proclaman su enfado porque, como en España o en Francia, se les ruega acoger a
cuatro o cinco mil refugiados. ¿Cuatro mil refugiados para 48.512.012
habitantes en España? ¿Eso es la invasión, la destrucción étnica del país, de su
sistema social y su prosperidad? Francia “protesta” contra las cuotas, Alemania
las acepta a regañadientes, Gran Bretaña lo rechaza todo; en una palabra: todos
están coléricos. ¿Será qué, como había dicho un primer ministro francés —el
bueno de Michel Rocard— no podemos “acoger toda la miseria del mundo”?
¿Y si
todo eso fuera sólo una siniestra escenificación cuyo objetivo consiste en
aliviar nuestras conciencias? ¿Y si esa generosidad milimétrica no es más que
la expresión disfrazada de la defensa de un mero chovinismo de la prosperidad?
El lenguaje utilizado lo dice todo: se trata de “flujos”, de “cuotas”, de
“números”. Palabras cuyo uso se puede aplicar a cualquier objeto (cosa)
tangible, siempre que su realidad humana desaparezca.
Solidaridad:
¿quién acoge hoy a millones de refugiados en el Mediterráneo? El mundo árabe,
puesto en órbita caótica por las grandes potencias. Después de la destrucción
de Irak, en 2003, por los EE UU y Gran Bretaña, más de cuatro millones de
iraquíes se ampararon en Siria. Los sirios les acogieron sin gritos. Hoy huyen
juntos. La destrucción de Libia ha provocado el éxodo de más de dos millones de
personas de las cuales, la mitad emigró hacia el pobre Túnez donde han sido
recibidos noblemente. Y no hablemos de África subsahariana, donde potentes
corrientes migratorias atraviesan sin cesar las fronteras, tal y como sucede en
Asia y América Latina. De hecho, los que pagan realmente el tributo de la
solidaridad hoy son los países pobres, aquellos que necesitan más de esa
solidaridad. Mientras tanto, nosotros, encerrados bajo llave en nuestra Europa
“modelo de civilización”, proponemos cuotas minúsculas que vendemos como
solidaridad con mayúsculas. Sólo una ceguera culpable es capaz de ocultar tal
realidad.