Retos y esperanzas desde el llamado de la Laudato Si'

Mauricio López Oropeza, Secretario de la REPAM
“… si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con  el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos”
Encíclica del Papa Francisco, Laudato Si’. No. 11
La humanidad toda gime con dolores de parto. Esto no es una interrogante, una inquietud o una intuición; es un hecho concreto, definitivo, y que está marcando un parteaguas ineludible en nuestra realidad como humanidad toda. Esta realidad no se escapa de nuestras manos, aunque muchos quieran evadir la propia responsabilidad hablando de procesos cíclicos de la naturaleza u otras explicaciones ingenuas e irresponsables.  Estamos viviendo las consecuencias de un modelo de vida, y de supuesto “desarrollo”, que no tiene futuro. Uno que se sostiene en un sistema que tiene repercusiones terribles en la vida de las personas, y que, incluso, mata.

La “cultura del descarte” que denuncia con tanta fuerza y frontalidad el Papa Francisco es el resultado de un sistema de vida, denominado neoliberalismo (ahora con sus expresiones llamadas postneoliberales), donde gran parte del ser humano ha perdido la noción de su relación de pertenencia con la propia tierra y la naturaleza, por lo tanto también se ha desarraigado de sí mismo y su interioridad (incluso de su espiritualidad), y por lo tanto vive completamente ajeno de la realidad del otro, a menos que haya un interés de por medio que genere un valor de transacción, sea monetario o incluso afectivo. Esto tiene hoy indudables repercusiones en nuestra casa común, en nuestra hermana tierra, y por lo tanto nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es el futuro al que podemos aspirar ante esta situación tan grave?

La Encíclica “Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común” abraza, acoge y resuena con los gemidos de nuestra hermana tierra y nuestra casa común, cuando afirma en su numeral 2: “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto’ (Rm. 8, 22).  Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn. 2, 7)”.  Este sistema, así como está, aún con los aspectos positivos de desarrollos científicos y avances tecnológicos en distintos campos de la vida, está manejado por intereses particulares con un fin predominante y orientador de todo: el de acumular más riqueza por encima de todo y de todos. Esto no va más, no puede ir más.

Esta carta orientadora del Papa Francisco re- conoce igualmente que lo que está en juego no son los poderes en pugna; lo que está en disputa es la propia humanidad y su futuro, y en ello están en riesgo los más vulnerables, que son los más empobrecidos.  Ahora considerando también a las futuras generaciones como aquellas más vulnerables porque no tienen voz ninguna ante esta situación.

Esta Encíclica ha sido lanzada en una coyuntura propicia para repensar en todos los ámbitos de nuestra vida nuestras prioridades, estilo de vida, y en dónde ponemos las energías para buscar una transformación de las estructu- ras injustas.  Es más, constituye un llamado a cambiar que se vuelve un “imperativo ético universal” pues no deja lugar a dudas sobre su importancia máxima. Es en este contexto que surge la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM).

Nuevos escenarios y sujetos que piden un cambio1

La Pan-Amazonía ha sido una región concebida históricamente como un espacio que debe ser ocupado, controlado e integrado en función de los intereses hegemónicos externos, es decir al servicio de capitales extranjeros; ya que en un primer momento era considera- do como un territorio baldío.  Es a partir del descubrimiento de sus recursos naturales que se posiciona como una región prioritaria; sin embargo crece en torno a ella una concepción de atraso, apartada de la centralidad urbana y que posee un vacío demográfico, lo cual permite asumirla como territorio disponible para servir a los intereses de los grupos de poder y se hace invisible su riqueza cultural, de fauna y flora.  Pasó de ser “patio trasero” a “plaza central del planeta”.

En la actualidad más del 20% de la cobertura vegetal de la Pan Amazonía ya no existe. Fue retirada y quemada para permitir el acceso a proyectos de minería, de ganadería, de extracción de madera, de hidroelectricidad, de asentamientos de campesinos, entre otros.  Hoy en día vivimos una alta incidencia de sequías en la Amazonía, una situación que no se creía posible y que hoy estamos experimentando con gran fuerza.  Por lo que, se experimenta el cambio climático y sus repercusiones en varios ámbitos socio ambientales. La región se enfrenta a la perspectiva de consolidación de la planificación vertical y autoritaria, es decir la imposición de megatorio amazónico como fuente de recursos y de crecimiento económico.
“La pan-amazonia abarca una superficie de 7,5 millones de Km2. Repartida en 9 países de Sur América2. El río Amazonas tiene más de 1.100 afluentes principales con más de 25 mil Km navegables. La región amazónica concentra el 20% del agua dulce no congelada del planeta… En ella se concentran 34% de los bosques primarios del planeta, y tiene entre el 30% y 50% de la fauna y flora del mundo” (Equipo Itinerante e Intercongregacional Amazónico).
Ante esta realidad, la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), aún en construcción, entre otros propósitos fundamentales apunta a la defensa de los derechos humanos y, particularmente, los derechos de los pueblos indígenas y poblaciones vulnerables.  Para ello, utiliza estrategias de comunicación, formación, investigación e incidencia política en espacios nacionales e internacionales en favor de la Amazonía, buscando a partir del diálogo y la coordinación, la construcción de consenso con estos pueblos.

Esto es, se trata de un acompañamiento a nuestros pueblos y comunidades en la promoción integral de las poblaciones amazónicas; el respeto a las culturas, tradiciones, costumbres, creencias, organizaciones y ritmos de la gente de la Amazonia, con una opción preferencial por los más pobres y excluidos de estos territorios; la defensa de los derechos humanos y particularmente de los derechos de los pueblos indígenas, ribereños, pobladores urbanos y afrodescendientes; el respeto y cuidado por el medio ambiente en la Amazonia; y la incidencia en políticas públicas de carácter local, nacional e internacional a favor de la pan-amazonia y de los diversos territorios amazónicos.

1. Adaptada de las múltiples ponencias de expertos en el encuentro fundacional de la REPAM. Brasilia 2014
2 1. Brasil (67%), 2. Bolivia (11%), 3. Perú (13%), 4. Ecuador (2%), 5. Colombia (6%), 6. Venezuela (1%), 7. Guyana, 8. Surinam y 9. Guyana Francesa (todas las Guayanas 0,1%).