Palabras desde la Amazonia Peruana de Norberto Aramburu (CVX en Sevilla)

 


Querida Comunidad: 

 

Nuestra agente de comunicación, Teresa, me propone que, con cierta periodicidad, os envíe algún testimonio de  mi actividad en la Amazonía Peruana para que mi misión aquí sea más sentida y compartida por vosotros.

 

Justamente hoy, 29 de diciembre, se cumple mi primer mes de estancia en Santa Clotilde. En este tiempo he podido  vivir tantas novedades, tantas costumbres diferentes, que mi vida va cambiando poco a poco.

 

En lo laboral, el trabajo del hospital comienza a las 7 de la mañana. Allí dedico toda la mañana hasta las 2 de la  tarde. Ya os comenté que aquí se atiende de todo. Lo más duro del hospital es ver la precariedad de muchos de los  pacientes. Hay muchas formas de pobreza y he llegado a pensar que la material no es la peor. Es cierto que mucha  gente pasa hambre y vemos muchos casos de desnutrición, pero hay una gran pobreza de cultura, de educación,  de formación y de información que con frecuencia conduce a la pobreza material y a enfermedades graves que en  otras circunstancias serían fácilmente evitables. Especialmente sensibles son los niños que sufren las consecuencias  de esta pobreza de sus padres: abandonos, falta de cuidados, malos tratos (a veces por ignorancia o por costumbres  erróneas). Ejercer aquí la medicina implica una tarea extra de educación de la población y no siempre es fácil que  se convenzan de lo que les dices. Además, hay un plus de desconfianza hacia la medicina científica porque no se  han sentido bien atendidos cuando han acudido al hospital regional de Iquitos o incluso en Lima. Aunque el estado  peruano tiene leyes de especial protección para los indígenas siguen siendo marginados por una gran parte del  resto de la población.

 

Una buena parte de las tardes la dedico a estudiar y pasear por el pueblo, la gente ya me conoce y yo quiero conocer dónde y cómo viven; aunque existe un proyecto de ampliar el hospital y, desde hace varios días, dedico las tardes a reunirme con la gerente (una misionera laica de Polonia) para repasar planos, reubicar dependencias y ubicar  otras nuevas, hacer correcciones, etc. Afortunadamente tenemos mucho terreno que nos permite realizar esta  tarea con relativa facilidad. Hay que intentar conjugar economía con funcionalidad, que sea cómodo, operativo y  que no se nos quede obsoleto en pocos años; así que le damos muchas vueltas y cada día modificamos lo que  hicimos el día anterior. ¡Bien nos vendría tener aquí un arquitecto!

 

Este es el primer año de mi vida que paso la Navidad lejos de mi familia biológica; aunque pienso que también lo  ha sido para mucha gente por culpa del Covid19. Sin embargo, no me he sentido solo en ningún momento. El catolicismo está muy arraigado en nuestro hospital y hemos tenido unas celebraciones comunitarias muy intensas  y alegres, incluyendo la cena de Nochebuena, con pavo por supuesto.

 

La misa del gallo fue emocionante. A la entrada nos daban una cartulina redonda, simulando una bola del árbol de  Navidad, para que anotásemos los apellidos de nuestra familia. Durante el ofertorio, en fila, nos dirigimos al árbol  que estaba vacío para colocar nuestras bolas y presentar así a nuestras familias. Allí quedó mi bola con los apellidos  Aramburu del Boz; por supuesto sentí la compañía de mi mujer al escribir su apellido y esa fue la primera emoción  de la noche. La homilía se sustituyó por una escenificación del nacimiento de Jesús que habían preparado los niños  del colegio. Representaron desde la Anunciación hasta la adoración de los pastores. Me pareció la mejor homilía que he “escuchado” en mi vida porque lo vives y lo sientes mucho más que cualquier explicación que pueda dar un  sacerdote; fue una verdadera contemplación.

 

Sigo muy feliz y convencido de que el Señor me acompaña en este recorrido. Con mis hijos hablo por  videoconferencia cuando internet lo permite. Echo de menos mi comunidad y mis amigos, pero no echo de menos  las comodidades que dejé en Sevilla; más bien me doy cuenta de lo poco que se necesita para vivir feliz y en paz.  La oración es la clave en todo ello y esto es lo que os pido: que sigáis rezando por mí.

 

Os deseo un muy feliz año 2021.

 

Un fuerte abrazo.

 

Norberto Aramburu Bodas

 

 

Grupo Esperanza. CVX en Sevilla.