Encuentro de la Comunidad de Aprendizaje en Discernimiento para la Reconciliación.



El fin de semana (13-15 noviembre) hemos tenido el quinto encuentro de la Comunidad de Aprendizaje en Discernimiento para la Reconciliación. Hemos seguido la “mistagogía” de Ejercicios. El primer encuentro fue el de Principio y Fundamento; el segundo nos centramos en la 1ª semana de Ejercicios; el tercero fue la segunda semana, que lo tuvimos en Barcelona; el cuarto encuentro aglutinaba las tercera y cuarta semana de Ejercicios y este último estaba centrado en la Contemplación para Alcanzar Amor. Aunque ha tenido que ser por video conferencia en sesiones de unas dos horas, en ningún momento nos hemos sentido cansados porque la sensación ha sido de estar pisando terreno sagrado.


En este encuentro cada uno ha expuesto su historia de vida en torno al tema de las identidades territoriales a los demás, con total honestidad con toda la confianza que genera el sentirse y ser comunidad . No se trataba de cambiar posiciones si no de acoger la realidad del otro para que pudiera haber un diálogo constructivo y bienintencionado. Durante todo el fin de semana hemos sido capaces de dialogar desde nuestras diferencias, una experiencia difícil de encontrar a nuestro alrededor, donde, desgraciadamente, lo fácil es encontrar la crispación y la radicalización en la diferencia.


Como compartía una de las participantes, haciendo un símil con las chuches, dadas las biografías de cada uno, esto podría haber sido como los Peta Zetas y haberse convertido en una mascletá de historias inconexas. Sin embargo el diálogo que hemos mantenido este fin de semana, al haber sido filtrado y enriquecido por el Amor y la gracia del Espíritu, se ha convertido en chicle. El chicle es ese pegamento que nos une y permitió hablar con la confianza de sentirnos en un espacio seguro para contarnos nuestras biografías, alegrías, dolores, crisis, gozos, horrores... Y nos sentimos escuchados desde la empatía, reconfortados por la diversidad sujeta en la unidad, acompañados por la presencia de Dios en los demás, y soñadores de un futuro que busque el bien común. En comunión.


Salimos del fin de semana con gran Consuelo, porque, aunque somos un pequeño grupo, estamos sentando las bases para una propuesta que sabemos que es hoy día capital en una sociedad fragmentada. Con la humildad de quien se reconoce instrumento, pero también con el gozo de quien se reconoce invitado a dar de sí para mejor servir y más amar.


Toca ahora convertirlo en un servicio para nuestra comunidad, nuestra iglesia y nuestro mundo. Es un trabajo que requiere también dedicación y tiempo, pero es importante para seguir haciendo realidad que nuestra vocación "es fundamentalmente apostólica". Y el diálogo cívico en nuestra realidad es misión, es apostolado.


Y le damos las gracias a nuestro flautista de Hamelín (con nombre de profeta) que es el que ha ido conduciéndonos por este camino. Gracias Elías López SJ.

Jesús Ángel Rodríguez

Unas veces gano, otras aprendo