Comunidad de aprendizaje proyecto diálogo cívico


El fin de semana del 5 al 7 de abril nos hemos reunido en Madrid miembros de distintas comunidades con el propósito de co-crear una herramienta para el “diálogo cívico” a través del discernimiento comunitario. Hemos estado guiados y acompañados por Elías López sj, a quien estamos profundamente agradecidos.


Partiendo del contexto social tan complejo y cargado de conflictos de diverso calibre, hemos realizado un análisis contemplativo del mismo. Posteriormente nos hemos puesto en camino para intentar sentir y descubrir cuál es el sueño de Dios para nosotros en este contexto, cuál es el propósito que nos ha constituido como una comunidad de aprendizaje. En el centro de nuestra tarea aparecen conceptos como “Diálogo cívico”, “discernimiento comunitario”, “reconciliación preventiva”…

En este laboratorio de Comunidad en Discernimiento para la Reconciliación, hemos realizado aprendizajes a nivel personal, a nivel teórico y a nivel metodológico.

El “examen” o registro continuo (“¿Cómo me siento” y “¿A qué me mueve?”) es la recogida segura del paso del Espíritu a través de las mociones sentidas y que nos ha ayudado a testear continuamente la temperatura y la dirección del discernimiento: “sin adelantarle, sin forzar el paso”.

El marco en el que nos hemos movido ha sido la mistagogía: este es el añadido especial  que aportamos al diseño de esta herramienta para el diálogo cívico desde nuestra identidad ignaciana, desde nuestro ADN.



Respecto al método y a las herramientas, han estado presentes el Paradigma Pedagógico Ignaciano, el Principio y Fundamento, la primera semana de EE.EE. y diversas dinámicas para vivir la experiencia.

Salimos reforzados en el deseo de sistematizar y capacitarnos en el desarrollo de una herramienta para el Diálogo Cívico. Para ello, sabemos que nosotros hemos de ser instrumento y por ello tenemos que vivir la reconciliación y la experiencia en nosotros mismos. Y manifestamos que “le seguiremos a donde nos lleve, puesto el corazón el El”.

También hemos sentido la fuerza y la importancia de la comunidad, como espacio seguro privilegiado en el que nos podemos dejar “tocar” por la fuente que tenemos en común y que nos une y nos proporciona amor y perdón. Desde este anclaje partimos hacia el camino de la reconciliación. Y confiando plenamente en el Espíritu, hemos terminado con la celebración de la eucaristía y el sacramento de la Reconciliación. “Sabiamente ignorantes” y perdonados, hemos quedado deseosos de dejar que la experiencia vivida cale en nosotros como en una esponja, para “dejarnos hacer” confiando plenamente en lo que la experiencia nos ofrezca en posteriores encuentros.

Equipo de Sociopolítica CVX-E