El
sábado 23 de marzo, demasiado caluroso para ser primaveral comenzaba en Madrid.
Las calles del centro, abarrotadas de personas que compran, de familias que
pasean, de niños que corren y juegan. Y en la puerta del Teatro Real se va
concentrando gente: saludos cariñosos, comentarios afectuosos y una sana
impaciencia. Alguno incluso se animo a traer a su mascota.
Unos
minutos más tarde de las 11, Gabriel Castañón, presidente de la Red Ignaciana
de Madrid toma un megáfono: “Nos hemos reunido aquí para celebrar el encuentro
anual de la Red Ignaciana de Madrid”. La finalidad de estos encuentros es crear
mayores y mejores vínculos entre las comunidades de laicos de espiritualidad
ignaciana en la capital.
Este
año, además, el encuentro tiene una característica especial: la catedral de la
Almudena de Madrid cumple 25 años y el cardenal Carlos Osoro ha invitado a los
madrileños a acudir para celebrar este año jubilar. Por eso, el encuentro de
este año consiste en una pequeña peregrinación en silencio y oración hasta la
puerta misma de la catedral, donde el arzobispo presidirá una eucaristía con
toda la familia ignaciana de la ciudad.
Gemma
es miembro de la comunidad CVX Galilea: “Mantener un encuentro anual nos ayuda
a mantener conciencia de pertenecer a algo mayor que nuestras comunidades”. En
una ciudad de casi cuatro millones de habitantes, sentirse parte de un todo, a
veces, es difícil. Por eso, como dice Gemma: “Sentirse parte de un todo es algo
que ayuda mucho”.
Comienza
la eucaristía en una catedral abarrotada de turistas y curiosos que escuchan al
coro de animación de la celebración. Durante la homilía, don Carlos pidió a los
laicos ignacianos salir al encuentro. Una idea en la que insistió
reiteradamente: “Necesitamos hombres y mujeres que paseen por el mundo viendo y
conmoviéndose”, decía el obispo. Y continuaba preguntándonse: “¿Seremos capaces
nosotros de recibir a los demás como Dios recibe al hijo pródigo?" Terminó
su intervención el cardenal asegurando que una de las cosas más significativas
de seguir la espiritualidad de Ignacio de Loyola, pasa por “salir a los caminos
para amar a las personas como Dios las quiere”.
Al
final de la eucaristía todos los niños que quisieron pudieron acercarse a los
pies de la Virgen de la Almudena. Muchos de ellos entregaron a la patrona de
Madrid sus ramos de flores y pudieron besar el manto de la Virgen. Antes de
concluir la celebración, Antonio España, SJ, provincial de la Compañía de
Jesús, agradeció la asistencia a todos los presentes y la acogida a Mons.
Carlos Osoro.