“Considerar cómo la divinidad, que parecía
esconderse en la pasión, parece y se muestra agora tan miraculosamente en la
santísima resurrección, por los verdaderos y santísimos efectos della” (EE 223)
Resucitó
En la
tarde del viernes
las
instituciones del poder
exterminaron
de la tierra
al
justo vulnerable.
En el
cuerpo de Jesús
expresaron
su deseo
de
reducir a polvo
su
carne y su memoria.
El
espíritu de Jesús
ardió
como una antorcha
de
fracaso, de angustia
y de
abandono de Dios.
Y ante
tanta injusticia
el
Padre se calló
con un
silencio de hielo
que
congeló la historia.
La
mañana del domingo
el
Padre engendró la Palabra
que
abrió toda la realidad
a la
esperanza infinita.
El
espíritu de Jesús
experimentó
el abrazo
que
siempre estuvo a su lado
sin
distancia alguna.
El
cuerpo resucitado
llevó
hasta la eternidad
los
golpes, las caricias
y la
tierra de los caminos.
Y en
medio del poder
sorprendió
una comunidad
de
pobres y de excluidos
que
fecunda todos los siglos.
Benjamín González
Buelta SJ