El Padre General, Arturo Sosa, ha enviado,
con fecha del 10 de julio, una larga carta a la Compañía. En ella, en sus
propias palabras, tiene "el propósito de invitar a cada uno de los
miembros de la Compañía de Jesús, a cada comunidad jesuita y cada obra
apostólica a volver a considerar, a modo de repetición ignaciana, el don
recibido a través de la Congregación General 36a."
Partiendo del
reconocimiento de que misión y vida están indisolublemente entrelazadas, en el
epígrafe "Nuestra vida es misión" el general nos
recuerda la necesidad de una triple conversión en nuestra vida: personal,
comunitaria e institucional. En un rápido recorrido sobre vida y misión, el
padre Sosa apunta a a los aspectos irrenunciables de nuestra vida, que van
desde la celebración de la Eucaristía, a la inculturación del evangelio en los
diversos contextos y culturas en que nos movemos, o a nuestra reconciliación
con la creación, pasando por la opción por los pobres y nuestra cercanía a
ellos en modos de vida, que sigue siendo una dimensión inexcusable de nuestra
vida.
Al mismo tiempo, en
el epígrafe la misión es nuestra vida invita a mirar el mundo
y a tratar de comprender lo que estamos llamados a hacer en él: la
reconciliación se convierte en la categoría fundamental para entender hoy
nuestra misión. Reconciliación con Dios, con la creación y con los seres
humanos, que solo será posible si conocemos bien el mundo. Si somos capaces de
escuchar sus llamadas. Para ello sería necesario, en lo personal, tener
profundidad espiritual y profundidad intelectual, en lo compartido,
colaboración con otros y trabajo en red, y en la visión, capacidad de
planificación y discernimiento.
Se les anima a todos
a acoger este documento, y quizás a convertirlo en una guía de trabajo para una
mirada a nuestras comunidades, misión y dinámicas compartidas.
El texto completo se
puede leer AQUÍ