Carmen Oliveros (Zaragoza, 1966)
es abogada y forma parte del equipo de Misión Familia de CVX España. Está
casada con Javier. Tienen tres hijos de 22, 19 y 15 años. El pasado 9 de
diciembre presentó en el Centro
Pignatelli de Zaragoza la Exhortación Apostólica
del Papa Francisco sobre el amor en la familia. Al acabar, le preguntamos
sobre su contenido:
- Menchu, ¿cuáles son las
novedades doctrinales en Amoris Laetitia?
En realidad, la doctrina no es protagonista. Lo
importante son las personas, las familias y no las normas. El Papa tiene
palabras muy duras para quienes “arrojan las normas como rocas a la vid a de la gente”. También advierte que no todos los problemas pueden
ser resueltos de forma magisterial y que son necesarias soluciones inculturadas
en los diferentes países.
En lo concreto, hay una afirmación clara de que los
divorciados vueltos a casar no están excomulgados y están llamados a participar
en la vida de la Iglesia.
- ¿Cuáles son las partes más
importantes de la exhortación?
A mi juicio, tiene dos grandes bloques: el amor en
el matrimonio y la familia (con una visión amplia de la fecundidad), que se
recoge en los capítulos 4, 5 y 7, y los caminos pastorales para avanzar
en familia, en los capítulos 6 y 8. El resto está al servicio de esas dos
grandes temáticas. Desde ellos, el Papa aterriza a la vida concreta en
cuestiones tan cotidianas como la relación con los suegros o el uso de nuevas
tecnologías.
- ¿Cómo recomendarías a una
persona de CVX que leyese la exhortación?
El documento lleva incorporada su propia guía de
lectura en el punto 7: desaconseja hacer una lectura general apresurada, e
invita a profundizar pacientemente parte por parte, o buscando lo que se pueda
necesitar en una circunstancia concreta.
Si estamos en un camino de pareja, los capítulos 4 y 5
son un buen comienzo; si trabajamos en pastoral familiar, el capítulo 6.
El Papa pide que nos dejemos interpelar por el capítulo
8, que salgamos de nuestros cobertizos existenciales y nos
situemos en el centro de la gran tormenta humana.
- ¿Qué llamadas nos hace Amoris
Laetitia a la comunidad de vida cristiana?
Hay una llamada a trabajar en pastoral familiar, no sólo
a recibirla, aunque nuestra situación familiar no sea perfecta. Las familias en
dificultad enseñan aquello que a las familias “perfectas” les cuesta más asimilar: misericordia y resiliencia.
“Un pequeño paso en
medio de grandes límites humanos puede ser más agradable a Dios que la vida
exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar grandes
dificultades”.
En el tema pastoral, nos pide herramientas para crecer
en el proyecto familiar, y creo que nos confirma en el trabajo con el “Reloj
de la Familia”
También llama al discernimiento y acompañamiento en
situaciones de ruptura matrimonial, que es un tema en el que estamos
trabajando desde hace dos años.
- “La alegría del amor” está
dirigida a personas cristianas pero, ¿qué ideas te parecen útiles desde una
perspectiva no cristiana?
Hay muchas, pero me quedaría con todos los consejos
para crecer en el amor en pareja y en familia: no exigir al otro una perfección
imposible; cultivar una relación de libertad; ante una dificultad no dejar que
el rencor se añeje; darse tiempo para escuchar al otro; cultivarse para tener
algo interesante que decir; abrirse a la sociedad y a otras familias; tener
gestos de amor con el otro, ser delicados con la familia política… es un
auténtico manual práctico de convivencia para todos aquellos que no queremos
resignarnos a una “curva descendente” en nuestras relaciones familiares.
- Tú, personalmente, ¿con qué te
quedas Amoris Laetitia?
¡Me quedo con todo! ...(sonríe)... Es
precioso el planteamiento de la fecundidad, no meramente reproductiva sino como
llamada a hacer doméstico el mundo y luchar por la justicia. También el enfoque
de la sexualidad, no como mal tolerable sino como regalo maravilloso de Dios.
Pero si hay que priorizar me quedo con la misericordia, que es la inspiración
y constante estribillo del documento: “A veces nos comportamos como controladores de la gracia
y no como facilitadores… pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna
donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.
“Abramos el corazón a cuantos
viven en las más contradictorias periferias existenciales”.
- Muchas gracias, Menchu.
Gracias a vosotros, ha sido un placer.
Gerardo Molpeceres
Equipo de comunicación de CVX-Zaragoza