Es una tradición muy establecida que con ocasión de
las Congregaciones Generales se tenga un encuentro de los delegados con el
Santo Padre. La mayoría de las veces se ha tenido el encuentro en el marco de
una audiencia en el Vaticano, aunque ya en alguna ocasión el Papa ha escogido
realizar el encuentro con los jesuitas reunidos en Congregación General en la
curia de la Compañía. Así, este lunes 24 de octubre, en la mañana, el Papa
Francisco ha arribado discretamente a la curia, recibido por el Padre General,
Arturo Sosa y el superior de la comunidad de la Curia, el P. Joaquín Barrero.
Tras acompañarle hasta el aula y el Papa ha
participado en la oración de la mañana con los delegados. El tema de la oración
fue escogido para la ocasión: el Buen Pastor. La reflexión ha hecho referencia
al P. Franz van de Lugt, pastor de los suyos en Homs, Siria, asesinado por la
locura de la guerra. Los miembros de la Congregación han querido orar por el
Papa Francisco, como él mismo lo pide con frecuencia a todas las personas con
quienes se encuentra.
El Papa Francisco ha hablado a la Congregación General
con un discurso dirigido a la Compañía de Jesús que entusiasma y que orienta.
Ha dado una buena idea de la manera como entrevé el servicio a la Iglesia y al
mundo que la Compañía de Jesús puede ofrecer, de manera pertinente, en conexión
con su propio ministerio. Toda su intervención ha estado marcada por una
apertura hacia el futuro, por una llamada a ir más lejos, un soporte para el
“caminar”, el modo de marchar que les permite a los jesuitas ir al encuentro de
los otros y acompañarlos en su propio caminar.
Como introducción, citando a San Ignacio, el Papa ha
recordado que el jesuita está llamado a vivir en camino “a todas partes del
mundo donde se espera un gran servicio de Dios y ayuda de las almas”. Por esto,
justamente, los jesuitas deben avanzar sacando provecho de las situaciones en
las que se encuentran, siempre para servir más y mejor. Esto implica una manera
de obrar que busca la armonía en los contextos de tensiones que son normales en
un mundo donde hay diversidad de personas y de misiones. El Papa ha mencionado
explícitamente las tensiones entre contemplación y acción, entre fe y justicia,
entre carisma e institución, entre comunidad y misión.
El Santo Padre ha desarrollado tres formas de caminar
para la Compañía;
(1) La primera es la de “pedir insistentemente la
consolación”. Lo propio de la Compañía es el saber consolar, llevar la
consolación y la verdadera alegría; los jesuitas deben colocarse al servicio de
la alegría porque la Buena Nueva no se puede proclamar en la tristeza.
(2) A continuación, Francisco nos invita a “dejarnos
conmover por el Señor puesto en cruz”. Los jesuitas deben ser cercanos a la
gran mayoría de hombres y mujeres que sufren y, en este contexto, ser agentes
de la misericordia. El Papa ha subrayado ciertos elementos que ya había tenido
ocasión de presentar a lo largo del año de la misericordia. Nosotros que hemos sido
tocados por la misericordia debemos sentirnos enviados para presentar, de
manera eficaz añade él, esta misma misericordia.
(3) Finalmente, el santo Padre nos ha invitado a
avanzar siendo movidos por el “buen espíritu”. Esto implica discernir -más que
simplemente reflexionar- cómo estar en comunión con la Iglesia. Los jesuitas no
debemos ser “clericalistas” sino “eclesiales”. Somos “hombres para los demás”
que vivimos en medio de todos los pueblos, buscando tocar el corazón de cada
persona, contribuyendo así a constituir una Iglesia donde todos tengan su
lugar, donde el evangelio se inculture y donde cada cultura sea evangelizada.
Las tres últimas palabras del discurso del Papa se
refieren a las gracias que todo jesuita y que la Compañía en su conjunto deben
siempre pedir: la consolación, la compasión y el discernimiento.
Publicado
el 24 de octubre de 2016 en la página web http://gc36.org/es/