Escrito
por Arturo Peraza SJ, provincial de Venezuela y elector - junto con Johnny
Veramendi - en la Congregación General 36.
Hoy
puedo contar que durante cuatro días muchos compañeros me hicieron una y otra
vez, de formas distintas esta pregunta ¿Quién es Arturo Sosa? Nunca había
tenido que hablar tantas veces y particularmente tantas veces en inglés sobre
una persona. Se trataba de repeticiones de una historia personal que en la
medida que se repetía iba trayendo más recuerdos y a la vez una serena certeza
interior de que realmente era alguien a quien yo veía como General.
Mientras yo estaba en el noviciado y en filosofía era
un jesuita admirado por su capacidad. Era ya en ese tiempo una persona que
tenía resonancia en los medios venezolanos. Fue nuestro profesor en la
filosofía política, cercano y bastante exigente. Al segundo año de mi
magisterio (período en el cual los jesuitas nos integramos a la vida apostólica
de la Compañía y en algunos casos como el mío también se realizan estudios
especiales, en mi caso derecho) me envían a la comunidad Manuel Aguirre y pasa
Arturo a ser mi acompañante espiritual por cuatro años. Esta experiencia marcó
una fuerte cercanía que me permitió conocer la hondura espiritual de mi tocayo.
Me vienen a la mente las celebraciones comunitarias en las cuales compartimos
la Palabra y nuestras experiencias, en una comunidad conformada por cinco o
seis miembros. En ellas Arturo explayaba su cercana relación con Dios como papá
(incluso usar el término papito), como misericordioso y como Dios de la
historia de nuestro pueblo que nos invita a leer los signos de los tiempos en
la vida de nuestra gente. Me viene a la mente sus misas de domingo en el templo
de la Pastora donde toda la comunidad también compartía la homilía para que al
final Sosa concluyera con una suerte de síntesis y aportes personales.
Me enseñó a mirar a Dios en los ojos de los pobres, en
la seriedad de los análisis para comprender la realidad que nos rodeaba, para
mirar en la historia del país un modo de entender nuestro presente y los
caminos de futuro. El analista Arturo puede ser leído superficialmente en sus
escritos desde el ejercicio fenomenológico de descripción de la realidad y de
propuestas, pero quien lo conoce sabe que hay mucho más. Debajo del texto hay
un deseo de buscar y encontrar signos de la invitación de Dios en este tiempo,
lecturas de los caminos que van ahondando en los seres humanos en su
trascendencia, así como busca la misma trascendencia de la historia que
vivimos. Yo diría me enseñó qué significa una fe encarnada.
Esta fe encarnada se puede encontrar en sus escritos y
en su seriedad intelectual, pero aún más se puede encontrar en su modo de
cercanía con todos, especialmente la gente más sencilla. En la Pastora los
pobres viven en las quebradas y allá abría un camino de compromiso. Nuestra
casa era un lugar de puertas abiertas a la comunidad popular que nos rodeaba, a
la gente de las quebradas, en especial a los jóvenes del sector. Muchos eran
amigos de Arturo. Por eso él no hablaba desde los libros simplemente, sino
desde el corazón de esa gente que nos rodeaba. Luego será en la frontera
venezolana, pero es una historia que describiré un poco más adelante.
Cuando concluí mis estudios de derecho y por lo tanto
mis experiencias de maestrillo, me encuentro que no sólo me mudo yo, sino que
se muda también mi tocayo, pero él como mi superior del teologado. Un año me
acompañará en ese proceso, pero pronto llegará el anuncio de que se le hacía
Provincial de Venezuela. Era el año de 1996. Durará como Provincial hasta el
año 2004. En este tiempo le regala a la Provincia el proceso de discernimiento
que nos permitió construir el aún vigente Plan Apostólico de la Provincia de Venezuela.
Un plan de visión para 20 años. La verdad es que resulta algo insólito que en
un país como Venezuela en donde todo parece cambiar constantemente, nosotros
hayamos podido conducirnos por un plan en el que nos reconocemos con facilidad
todo este tiempo. Sus opciones nos siguen pareciendo clarificadoras y en
especial la voluntad de trabajar en colaboración con otros y otras, que
consideremos el sujeto apostólico de la Provincia (laicos y jesuitas), amén de
la necesidad de trabajar en red. En él es claro la voluntad de colaborar en la
constitución de organizaciones populares y civiles autónomas que puedan ser
sujeto del proceso político, social y económico venezolano (tarea que hoy en
día es más compleja que cuando comenzamos), entregar los ejercicios como don
recibido y promover el fortalecimiento de los laicos y los jóvenes como sujetos
en nuestra Iglesia.
(Seguir leyendo el artículo publicado el 17 de octubre de 2016 en http://gc36.org/es/enseno-mirar-dios-en-los-ojos-de-los-pobres-arturo-perazasj-sobre-el-padre-general/)