Juan Antonio Senent, de CVX Sevilla, escribe sobre la contribución
de las espiritualidades y religiones a la justicia y el conocimiento en las
sociedades actuales.
El pasado 14
y 15 de septiembre tuvo lugar en la Casa Romero (RomeroHaus-Comundo) de Lucerna el encuentro
del grupo europeo del Programa
de Diálogo Norte-Sur. Este programa, promovido por el filósofo
cubano-alemán Raúl
Fornet-Betancourt, se inició en 1989. Visto en perspectiva,
surgió en un momento de cambios de las estructuras geopolíticas, en el comienzo
de la distensión entre el Primer y el Segundo Mundo, y de emergencia de otros
actores del Tercer Mundo. En las décadas anteriores, ese Tercer Mundo, era el
lugar de proyección y de batallas por la hegemonía de los dos mundos
occidentales.
En ese marco
de fuerzas, la propuesta del Programa
de Diálogo ha sido generar una práctica que desde el campo de la
filosofía busca el intercambio y apertura de mundos. Es una práctica contextual
de pensamiento que lo sitúa reflexivamente en los lugares en los que está y en
los que interviene, y a su vez, ante su responsabilidad ante los otros mundos a
los que afecta. Se trata así de articular espacios de trabajo intelectual, que
parten de sus contextos específicos, América Latina, África, Asia, Europa,… que
a su vez, se encuentran con los otros y ante los otros.
La práctica
de la filosofía y de las ciencias no debe abstraerse de los lugares de los que
forman parte, y de cómo pueden ser utilizados también para proyectar e
imponerse en otros lugares. A pesar de la distancia relativa que pueden tomar
sobre sus propios espacios sociopolíticos de origen, ayudan a constituir esos
lugares. Si no toman conciencia operativa de cómo se insertan en los mismos,
pueden convertirse en reproductores acríticos de los mundos en que se dan o que
se imponen ante otros.
Cuando los
distintos modos de hacer filosofía o ciencias en un lugar histórico son vistos
desde fuera y por otros, surge el desafío no sólo de validarse ante los otros,
sino de co-pensarse mutuamente. Ello permite ganar una reflexividad mayor, una
mayor conciencia de sí mismos. Y también una mayor libertad con respecto a su
propio quehacer. Pueden, así, sumarse más modesta y conscientemente a la tarea
de pensar y proyectar el mundo interconectado (mundo de mundos) que producimos
unos y otros, reconociendo la limitación y la violencia que puede acompañar los
modos de pensar, de construir conocimiento y realidad social cuando pasan de
largo de la pregunta por la calidad
del mundo generado. También surgen “sorpresas”. Así, el propio proceso de secularización,
puede parecer desde el contexto europeo como algo acabado teóricamente, como un
destino histórico racional cerrado y universal que sólo precisa “implementación
práctica”. Pero visto desde otros lugares, la cosa no es tan evidente. Incluso
nos puede ayudar a los propios europeos a pensar mejor nuestro proceso
histórico y a enfrentarnos a nuestro futuro de forma más abierta y menos
dogmática.
En este
marco del programa de trabajo intelectual, en los últimos años, nos ocupa un
eje de reflexión sobre «Justicia,
Conocimiento y Espiritualidad». Para los europeos, pensar estos
tres términos como interconectados puede ser en sí mismo una provocación.
Gracias a nuestra modernización
no sólo hemos distinguido, sino separado e incomunicado el mundo del saber
moral, el de los valores y virtudes, con respecto al mundo de conocimiento
científico. Y a su vez, las cosmovisiones científicas no se deberían mezclar
con el mundo de la interioridad, de la espiritualidad y de la religión a no ser
como un “objeto” de conocimiento. Las religiones, a su vez, tendrían una
entraña de suyo irracional que no podría dialogar con una moral con calidad
pública…
Sin embargo,
consideramos que las cosas no son tan cerradas como nos la presenta el
resultado de la modernización y la secularización europea. En el próximo
encuentro del XVII Congreso de Programa de Diálogo Norte-Sur, a celebrar en
mayo de 2017 en la Universidad
Loyola Andalucía y desde el Departamento de Humanidades y Filosofía,
nos reuniremos los respectivos grupos continentales para debatir perspectivas
de integración reflexiva entre estos ámbitos. Enfocaremos el anterior ámbito de
reflexión general hacia “La contribución de las espiritualidades y religiones a la justicia y el
conocimiento en las sociedades actuales”. Veremos.