Hoy lunes 5 de
septiembre, se celebra por primera vez la festividad de santa Teresa de Calcuta
con una misa presidida a las 10:00h en la Plaza de San Pedro.
Con
motivo de su canonización ayer, 4 de septiembre, por el Papa Francisco, la
mañana del pasado día 2 hubo una conferencia en la Oficina de Prensa de la
Santa Sede en la que intervinieron diversas personas relacionadas con la nueva
santa: Sor Mary Prema Pierick, M.C., Superiora General de las Misioneras de la
Caridad (la tercera Superiora general de la Orden, después de la fundadora,
Madre Teresa, y de Sor Nirmala), el padre Brian Kolodiejchuk, M.C., Superior
General de los Padres Misioneros de la Caridad, postulador de la causa de
canonización, Marcílio Haddad Andrino, curado milagrosamente por intercesión de
la beata, y su esposa Fernanda Nascimento Rocha. También estuvo presente
Stefano D’Agostini, director del Centro Televisivo Vaticano.
“Madre
Teresa es la santa perfecta para el Año de la Misericordia” afirmó en su intervención
el padre Kolodiejchuk. Era muy consciente de su necesidad de misericordia ante Dios
y se sentía a gusto con su propia pobreza. El Año de la Misericordia es, en
primer lugar, un recordatorio para todos nosotros de que ante Dios todos
necesitamos misericordia, por eso todos somos pobres, nos sentimos mendigos
necesitados de su amor, de su perdón, de su misericordia”.
Después,
habló de las lecciones que se pueden aprender de ella. “Su mensaje –dijo- es
que Calcuta está en todas partes. Como la Madre Teresa, podemos denominar esta
realidad de nuestra pobreza interior la "Calcuta del corazón",
todavía más “la Calcuta de mi propio corazón" por eso Madre Teresa solía
decir: "Calcuta está en todas partes."
Perdonar
y olvidar (de verdad), es otra de sus enseñanzas. “Estaba siempre dispuesta a
mostrar misericordia y perdón a los de mas. Necesitamos mucho amor para
perdonar y necesitamos mucha humildad para olvidar, porque el perdón no está
completo a menos que olvidemos también. Y hay que recordar que a menudo decimos
que hemos perdonado pero no podemos olvidar. Y hasta que no olvidemos, no
habremos perdonado verdaderamente”.
Una
lección más es la confesión regular que para ella “no era cuestión de hábito o
rutina, sino de encontrarse cada vez con la misericordia y el amor de Dios”.
También
Madre Teresa enseñaba el amor de Dios por los pecadores. "El diablo odia a
Dios –citó el Superior General de los Padres Misioneros de la Caridad- Y ese
odio en acción nos destruye haciéndonos cometer pecados y ser partícipes de ese
mal. De esa manera, también nosotros somos parte de ese odio que nos aleja de
Dios. Pero entonces es cuando llega la la maravillosa misericordia de Dios ..Y
esto es lo que el diablo odia en Dios, su ternura y su amor hacia el pecador”.
La
“noche oscura” que atravesó la beata explica también su enorme capacidad de
misericordia porque la experiencia de la oscuridad la impulsó a depender
continuamente de la misericordia del Señor, y por lo tanto a estar siempre dispuesta
a ser misericordiosa con los demás.
“La
Madre Teresa dijo "sí" a la oscuridad, que era una forma terrible de
sufrir para alguien que amaba tan profundamente a Dios”, señaló el padre
Kolodiejchuk, recordando las palabras de la fundadora de las Misioneras de la
Caridad cuando afirmaba que había llegado a amar a la oscuridad porque creía
que era una parte muy , muy pequeña de la oscuridad y el dolor de Jesús en la
tierra y su alegría al comprender que Jesús no podía pasar más a través de la
agonía, pero quería seguir experimentándola a través de ella. “Más que nunca me
entrego a Él –escribió entonces Madre Teresa- Sí, más que nunca estaré a su
disposición”. En este "sí" de la Madre Teresa está toda su santidad y
toda nuestra fe cristiana: la totalidad de lo que se nos pide hacer y todo lo
que podemos hacer. Jesús hace el resto”.
Por
último, “la Madre Teresa es una santa para todos”. “Precisamente porque era
capaz de compartir el sufrimiento de Jesús, entendió que Dios la amaba de forma
especial. La Madre Teresa es una santa para todos, para los pobres y los ricos,
y para nuestro tiempo, devastado por tanta violencia y aridez de corazón,
porque nos ha demostrado que el mal y la miseria que todos llevamos dentro
pueden ser perdonados y que, agarrando la mano misericordiosa y segura que
Jesús nos tiende nuestras oscuridades se pueden vencer”, finalizó.
Extraído
del Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede: