Como creyentes en Jesús de Nazaret, quienes integramos
la JOC y la HOAC animamos a todas las personas a denunciar las situaciones
injustas que se padecen en el mundo obrero y del trabajo, y a promover el
derecho a tener un trabajo decente que no niegue la dignidad de los
trabajadores y trabajadoras, ya que el trabajo es para la vida.
Os invitamos a celebrar este 1º de mayo, participando en los actos que se convoquen para denunciar esta forma de entender el trabajo, y defendiendo que éste sea un bien de la persona y de la sociedad al servicio de la vida.
Os invitamos a celebrar este 1º de mayo, participando en los actos que se convoquen para denunciar esta forma de entender el trabajo, y defendiendo que éste sea un bien de la persona y de la sociedad al servicio de la vida.
«Juan, tras 20 años en la misma empresa, se encuentra en el paro con 48 años y pronto dejará de percibir la prestación. Eloísa, su mujer, ha conseguido ir a limpiar por horas sueltas, sin contrato, a la vez que atiende a su madre enferma. David, el hijo mayor, ha dejado la universidad al recortarle la beca. Ana, la segunda hija, está pendiente del móvil por si la llaman para cubrir alguna baja. Y Tamara, la tercera hija, estudia 3º ESO y falta bastante a clase para cuidar de su sobrina de 2 años».
Como Juan, Eloísa, David, Ana… hay en nuestro país 4.094.770 personas paradas, y 1.556.600 familias tienen a todos sus miembros en paro. Además:
■ El 12,6%
de los trabajadores en España son pobres (su salario no les
permite salir de la pobreza).
■ 608
trabajadores fallecieron en 2015 víctimas de accidentes
laborales, dos muertes al día.
■ Si miramos al mundo, 21 millones de personas son víctimas de trabajo
forzoso (según la OIT).
■ La desigualdad sigue creciendo. El 1% más rico de la población mundial posee más
riqueza que el otro 99%. En España, las 20 personas más ricas
disponen de tanto dinero como los 14 millones de personas más pobres.
De nuevo este 1º de mayo, Día
Internacional del Trabajo, la HOAC y la JOC, movimientos de
Acción Católica especializada en el mundo obrero y del trabajo, no permanecemos
indiferentes y denunciamos esta situación inadmisible.
El trabajo
ha pasado de ser un bien para la vida a ser un instrumento para la producción,
con mayor crudeza en estos últimos años. El trabajo se ha degradado de tal
manera que es difícil reconocerlo. Muchos trabajadores y trabajadoras están
sufriendo una gran precariedad. Muchos de ellos no pueden optar al tipo de
trabajo para el que se han formado ni participar en la decisión de sus
condiciones laborales, el horario, el sueldo, la duración del contrato, el tipo
de jornada, etc. Esta precarización del
trabajo que estamos padeciendo supone también la degradación de
la empresa y de la economía, por lo que estamos llamados a repensar el sentido
y la función que realmente deben tener para que sirvan al bien común.
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