Artículo en entreParéntesis: “Ideología de la desconexión”

Fernando Vidal, de CVX-Galilea, publica una reflexión sobre esta ideología que enfatiza las diferencias destruyendo el tejido común, haciendo imposible la fraternidad, la igualdad y la libertad.
 
La ideología de la desconexión es moralmente perversa y es la mayor amenaza a la solidaridad.
 
En el libro “La política de la sociedad de masas” que William Kornhauser publicó en 1959, se preguntaba bajo qué condiciones las sociedades se vuelven totalitarias. Kornhauser descubrió que el factor crítico para el totalitarismo era la desconexión social. Cuando las personas dejan de convivir en la vida ordinaria, es fácil caricaturizarlas, estigmatizarlas y son más fácilmente odiables. Cuando las personas carecen de proyectos que construir juntos, entonces es fácil encontrar no sólo que los intereses son ajenos sino que van contra los tuyos. Para Kornhauser, es imprescindible que en las sociedades las afiliaciones asociativas estén cruzadas y que los espacios públicos sean muchos y plurales. La convivencia plural en proyectos compartidos es la mejor vacuna contra las guerras civiles y el totalitarismo. Pero nuestra sociedad se aleja del Modelo Social Cruzado de Kornhauser.
 
Actualmente, asistimos en España a un proceso que se ha llamado de desconexión. Dicha desconexión consiste formalmente en no reconocer la legitimidad de las instituciones y procesos comunes y públicos con los otros. Pero previamente a la desconexión institucional se ha tenido que llevar a que la gente haga otra cadena de desconexiones más amplia y profunda. Se ha tenido que desconectar a las personas para que no se reconozcan ni aprecien mutuamente. La ideología de la desconexión ha socavado la imagen de los otros calificándolos de ladrones, vagos, ingratos, atrasados. Incluso se ha impulsado la desconexión diciendo que no nos quieren, que nos roban, que son una amenaza o que incluso son el mayor problema que tenemos como colectivo o territorio. La desconexión institucional viene precedida de una alentada desconexión de los afectos, de las identidades, de la convivencia. Los grupos locales se desafectan de los proyectos globales y se crean independientes en cada asociación y red. Esa división hace imposible la creación de un proyecto país y se crea un bucle donde la desconexión escarba más y más honda la tumba de la solidaridad. Se enfatizan las diferencias destruyendo el tejido común. La ideología de la desconexión hace imposible la fraternidad, la igualdad y finalmente la libertad.
 
Esto puede ser aplicado a la desigualdad social, a la relación con los excluidos, a la convivencia entre etnias y nacionalidades, al urbanismo de segmentación, a la gentrificación, al sectarismo político, a la endogamia en redes sociales o a los intentos de secesión territorial. Todos ellos comparten la ideología de la desconexión. ¿No se puede cultivar la diferencia sin destruir lo común? ¿Para ser uno mismo hay que ser menos con los otros? No. La verdadera libertad siempre aumenta la comunión con los otros.
 
La ideología de la desconexión es un arma de insolidaridad masiva y, aunque momentáneamente parezca que crea unidad entre los separados, lleva dentro la semilla cainita de su destrucción.