FIARE: Renovar el compromiso

Allá por el 2001 se creaba un grupo de trabajo informal para analizar las posibilidades de crear alguna herramienta financiera que pusiera el dinero de la gente militante en favor de proyectos sociales que lo necesitaran. Se trataba de cuadrar dos elementos diferentes: la necesidad de apoyar el desarrollo de proyectos con dificultades de acceso al crédito bancario, y la de dar sentido al ahorro de las personas y organizaciones insatisfechas con dejarlo en manos de estructuras impersonales y generadoras de escasa confianza.

Aunque 15 años no es nada, ha sido un mundo en la economía en general y en el sector financiero en particular. La reflexión del primer párrafo suena hoy digna de un parvulario, por evidente. Entonces era sumamente “inocente”, por infantil para algunos, por innecesaria para otros.

Una economía que aparentemente crecía, reflexiones sobre el nivel de desempleo que se puede considerar “pleno empleo”, un sector bancario en auge, con beneficios record, cajas de ahorro por todas partes, expandiéndose gracias al dinamismo del sector inmobiliario… Sé que hoy sabemos que era una burbuja, pero como dijo un ex ministro  “en mitad de la fiesta es muy difícil hacer que pare la música”, entonces era visto como una ola que había que cabalgar, la tormenta perfecta.  Reclamar una reflexión sobre la lógica diabólica que había detrás era muy impopular.

Lo hicimos un grupo de “inocentes”, formado por personas con  tres procedencias diversas: la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) , las Cáritas de Euskadi y un grupo de reflexión sobre economía de las comunidades cristianas de base de Bizkaia denominado OIkos. Aunque yo iba en el grupo de Cáritas, desde entonces hubo gente de CVX como Richard.

De aquella reflexión se pensó que había que dar pasos adelante y se creó una Fundación, Fiare, con la idea de ir viendo qué se podía hacer, con el horizonte en analizar la posibilidad de hacer algo “bancario”. Se invitó a organizaciones no lucrativas vascas a “poner bote” para ver hasta dónde se podía llegar. Y por ahí pasaron María, José Manuel, Paloma, Borja…

Después decidimos empezar a operar en el mercado a través de un acuerdo con una cooperativa italiana, Banca Popolare Etica, vendiendo sus productos como agente, para lo que creamos una S.L. en el año 2005. Muchas de vosotras y vosotros habéis dado ese paso estos años, intentando dar un sentido a vuestro ahorro.

Comenzamos a construir los cimientos de un movimiento cooperativo bancario que pudiera dar respuesta a nuestra inquietudes, sumando adhesiones, y llegamos a 5.000 entre personas y organizaciones que pusieron algo de sus recursos para ayudar a poner en marcha la iniciativa, ya claramente bancaria.

Y desde el año pasado (el primero de octubre, estamos casi de cumpleaños), somos la parte local de una cooperativa de crédito europea no lucrativa y democrática, junto a nuestras compañeras y compañeros italianos.

Así contado parece un vía crucis. Y algo de eso ha tenido. Pero precisamente de esta forma permite entender que cada paso que se ha dado se ha hecho basado en la confianza, en la apuesta, en el compromiso por construir algo que merece la pena. Nunca ha habido seguridades, ni proyectos clarísimos con contornos bien definidos y números que sumaran perfectamente. Sólo militancia desnuda y gratuita. Y en cada paso la Comunidad ha renovado su apuesta.

Ahora estamos en el momento más delicado. Como hay banco (cuando leáis estas líneas estaremos estampando las tarjetas) parece que ya está todo conseguido. Como me decía el otro día una persona “en igualdad de condiciones con los otros bancos, yo me hacía cliente vuestro; la idea me gusta, pero os faltan servicios, no hay red de oficinas…” No pude evitar decirle “en igualdad de condiciones con los otros bancos, no perderíamos el tiempo en cogerte como cliente, porque nos sobraría gente disponible a ser cliente en esa igualdad de condiciones”.

Es el momento de seguir entendiendo que no hemos acabado nada, ni llegado a ninguna parte. Sólo hemos abierto otra puerta, quizá más vistosa, pero nada más que eso. Y cuando más difícil es entenderlo, porque estamos en medio de transacciones financieras, es cuando más necesitamos la militancia de nuevo. Necesitamos renovar ese compromiso, para que la criatura nazca sana, no sólo económicamente, sino fiel a su misión, coherente con los sueños de quienes todos estos años nos hemos comprometido con el proyecto. Sólo de un compromiso sostenido en el tiempo y permanentemente  renovado ante nuevos retos habrá un proyecto con sentido. Es lo que necesitamos en este momento, no euros (por el momento actual del mercado, llegan “a paladas”) sino apuesta y compromiso.

Juan Garibi