Si puedes, imprime este post (Excusas superadas para decir no a las redes sociales)

[Artículo de Antonio Moreno, publicado en iMisión]
No, no me he equivocado de indicación. Al contrario que en el mensaje automático que muchos adjuntan a su email en el que se piden que no se imprima el mismo si no es absolutamente necesario; yo te lo digo al revés: ¡Imprímelo por favor! Es absolutamente necesario.
Y no es que me haya dado un arrebato de destrucción de los bosques, sino que el destinatario de este artículo no eres tú, que lo lees a raíz de una invitación que has recibido en alguna red social; ni siquiera tú, que has llegado por casualidad hasta él navegando por internet, sino aquellos que, precisamente, no pertenecen a ninguna red social.
Seguro que tienes a alguien cerca que piensa así. En ese caso te ruego que pulses ctrl+P y que se lo entregues de mi parte.
Hasta aquí mi post dedicado a ti, querido lector digital. Tras la línea comienza mi artículo para el verdadero destinatario del mismo. Si quieres, puedes incluso recortarlo por ahí para que esta introducción quede entre tú y yo…
Excusas superadas para decir no a las redes sociales
1. Eso es que ya no es para mí. La edad es una de las primeras excusas para decir no a las redes sociales. Se considera “cosa de jóvenes” y ciertamente son ellos quienes más se mueven en este nuevo ambiente, porque han nacido en él. Entiendo que la edad sea un inconveniente a la hora de partir a misiones donde se requiera un esfuerzo físico; pero misionar en la red es, precisamente, el destino ideal de un evangelizador cuya salud o fuerzas estén resentidas. No cerrar la puerta a las redes sociales es abrirse a las sorpresas de Dios, tener el oído abierto a la llamada.
2. Yo es que no me entero. La tecnología supone una barrera para muchos y ciertamente uno puede llegar a sentirse muy inútil cuando ve a un niño de seis años manejar con soltura una tablet. Pero no hay nada imposible y es muchas veces la pereza o la falta de humildad y paciencia la que nos lleva a desistir. Es más fácil tirar la toalla. Si Stephen Hawking, en lugar de aprender a manejar un complicado ordenador para poder comunicarse, hubiera desistido diciendo que eso es cosa de jóvenes, la física habría perdido a una de sus grandes figuras. El esfuerzo es sobrehumano, los movimientos de su mejilla le permiten dictar un máximo de 10 palabras por minuto, pero nadie lo para, porque lo que tiene que decir es importante. Esas 10 palabras por minuto son oro para la ciencia. ¿Tan difícil es que tú aprendas a manejar una pantalla táctil para anunciar el Evangelio?
3. Mi vida es mía y no tengo por qué compartirla. Eso es una mentira. Tu vida no es tuya desde el momento en que sales a la calle aunque sólo sea a tirar la basura. Donde hay un cristiano hay una luz que brilla y los demás están esperando un testimonio en cada gesto, en tu actitud ante la vida, en una palabra tuya… Hay muchas formas de estar en la red sin ser exhibicionista, no te preocupes.
4. Me da miedo. Se oyen tantas cosas malas… Los miedos iniciales son normales ante el desconocimiento. Con la ayuda de un buen compañero de viaje, un amigo que te inicie en estas lides, no habrá problema. Créeme. Cuenta con iMision.
5. El contacto personal es lo que cuenta. Por supuesto que sí. Lo virtual no quita lo físico. Pero las fronteras entre ambos son cada vez más difusas. Pronto, no podrás entrar en una conversación con la gente de tu parroquia si no te has enterado, como el resto, por Facebook, de que Ángeles está embarazada, de que el niño de Gloria ha salido ya del hospital o de que Manuel ha encontrado por fin trabajo.
6. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Seguramente añoras los años en los que la vida era de otra manera, más sencilla, más estable, más lenta… Puedes mirar la transformación social como un espectador, al margen de todo; o darte cuenta de que Dios cuenta contigo en esta nueva realidad que tú no puedes controlar. Como ha señalado el papa, «Nuestro Dios es un Dios que siempre hace las cosas nuevas y pide de nosotros docilidad a la novedad. Vino nuevo en odres nuevos. Cuando quiero tomar la electricidad de la fuente eléctrica, si el aparato que tengo no es adecuado, busco un adaptador. Debemos buscar siempre adaptarnos, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios. Estar abiertos a la novedad».

Con esta media docena de excusas desmontadas, espero que tu actitud haya cambiado algo, aunque por lo general no te rindes a la primera y tendrás muchas más. No obstante, la libertad, es el mejor regalo que nos ha dado Dios. Así que, ¡Disfruta de ella!