Mauricio López, presidente mundial de CVX, en Salamanca al día: “Hay muchos que están incómodos con lo que genera el Papa”

Máximo responsable de la Comunidad de Vida Cristina (CVX), el mexicano afirma que se sienten identificados "con todo lo que dice el Pontífice que hay que hacer para luchar contra la globalización de la indiferencia"

La Casa de los Padres Paúles de Santa Marta acoge, hasta este sábado, la Asamblea Nacional de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) que por primera vez se celebra en Salamanca. Responsables de los equipo de España, coordinadores, delegados y voluntarios participan en este foro de la CVX que preside a nivel mundial el mexicano Mauricio López. Al frente desde hace un año de la CVX, ¿qué objetivos se quieren conseguir con esta asamblea nacional?

Somos más de 60 comunidades de CVX en todo el mundo y nos hacemos eco de la asamblea mundial que tuvimos el año pasado en Líbano, con el lema ‘Desde las raíces hacia las fronteras’. Estamos cerrando un ciclo importante de 450 años de comunidades laicales ignacianas y la idea es cerrar esa etapa de reconocer nuestra historia y nuestro camino para proyectarnos hacia las nuevas fronteras de este mundo y muy a la luz de nuestro Papa Francisco, que nos está recomendando salir al encuentro de la gente, ser pastores.

¿A qué retos se enfrentan comunidades como la que preside en un escenario de crisis y problemas sociales?

Tenemos una coyuntura magnífica con el Pontificado del Papa Francisco, porque lo que él está haciendo y diciendo nos obliga a responder. Lo que dice el Papa se puede quedar en palabras bonitas si la comunidad que hace pueblo de Dios no se cree este llamado. Fundamentalmente, el rol de todos los creyentes es situarnos en el mundo, saber los cambios que se necesitan para una sociedad más justa, y hacerlo también en el marco de este Pontificado que nos está abriendo muchas puertas, aunque, también hay que decirlo, hay muchos que están incómodos con lo que genera el Papa. Para nosotros es el momento ideal, nos sentimos identificados con todo lo que dice que hay que hacer. Hay que revisar la fuerza de nuestro camino que nos ha sido dado como gracia y saber, actualizar cómo responder al mundo de hoy. El Papa nos dice que el gran dolor de nuestros tiempos es la globalización de la indiferencia, y tenemos que preguntarnos cómo dar una respuesta firme. Ni siquiera es una búsqueda meramente religiosa, si no cómo acompañar la humanización de todos aquellos que están siendo atrapados por esta indiferencia. Como retos tenemos cuatro fronteras en las que centrarnos. Uno, globalización y pobreza; dos, la familia, entendida como núcleo que puede aportar valores y reflexionar sobre otras expresiones de familia por los cambios de la sociedad y la cultura. No nos podemos quedar en las mismas miradas de la familia, hay que ubicar otras maneras. Tres, la ecología, para revisar esta idea de justicia que le va a quedar a las generaciones futuras con un proyecto que se ha puesto en marcha en la selva amazónica, como manera de reflexionar sobre un estilo de vida sencillo que es también uno de nuestros principios y, por último, la juventud. No para tratar el número de miembros de la CVX, aunque enriquece muchísimo la vida de la comunidad, pero es importante responder a la realidad de los jóvenes en esta globalización de la indiferencia.

La CVX es una asociación de cristianos laicos, ¿cómo definiría el laicismo?

Laico como acepción original era como el pueblo de segunda; sin embargo, el Concilio Vaticano II se refiere al pueblo de Dios, al creyente de a pie, al que está en medio de la realidad que es el que  logrará sostener este proyecto de reino en medio de las múltiples realidades a donde no llegan los espacios institucionales de la iglesia. No se trata de polarizar si no de encontrar un complemento adecuado. La CVX está muy ligada a la Compañía de Jesús y hemos ido creciendo mucho en una colaboración para la Misión. Los laicos, desde su rol en diferentes ámbitos y desde el discernimiento, vamos caminando.

¿La Iglesia valora el trabajo que realizan?

Sí. Ahora se cumplen 200 años desde que se restauró la Compañía de Jesús, después de la expulsión. El antecedente de la CVX fue la Congregación Mariana, cuando estaba extinta la Compañía, y fue la que sostuvo el carisma ignaciano en el mundo. Hay que resaltarlo. El rol nuestro es bastante valorado, aunque quedan procesos. Muchos esperarían  que la CVX sea un cuerpo más formalmente adscrito a la Compañía de Jesús. Estamos avanzado, hay pasos que dar pero los Jesuitas que nos asisten se identifican con la misión laical y profundizan en ella, nos ayudan a discernir y nos acompañan. Pero es Dios el que nos marca las pautas. El Papa ha sorprendido por esta cercanía con la realidad que no habían mostrado sus antecesores. A mí me parece que nos da una nueva lectura de la Doctrina Social de la Iglesia. La historia de la Iglesia en materia de compromiso social es muy rica, más de 110 años; la estructura y el perfil del Vaticano nos permiten ahora sentirlo más cercano. Esto marca la diferencia y es lo que los tiempos necesitan. Hay una revisión de todo lo que ya existía como doctrina social. Cuando el principal representante como es el Papa, visto históricamente como distante, lo encarna , todos los que nos sentimos creyentes estamos llamados a seguir esa vocación.

¿Cómo se puede luchar contra la indiferencia en una sociedad tan individualizada desde la presidencia de CVX?

Más que hacerlo desde una figura presidencial que vaya marcando las pautas, confiamos en el discernimiento que se teje desde abajo en cada proyecto de vida, en la comunidad pequeña que discierne. El rol de servicio mundial que tenemos algunos se teje desde ese discernimiento del contacto con la realidad. El Papa nos habla mucho de ello porque lo tiene claro, la proximidad. Como comunidad con una alcance internacional tenemos la obligación de ayudar. Escuchamos experiencias concretas y generamos miradas comunes.