Hacia el compromiso temporal

La palabra compromiso así de inmediato viene a significar que tengo que dejar algo de mí, abrirme a algo desconocido, romper con rutinas, encarar cosas. Sí, quizás eso de “temporal” puede descafeinarlo un poco, le puede hacer perder vigor, entereza, cuerpo a ese compromiso; aunque en el fondo, si lo pienso bien, la palabra añadida “temporal” puede generar aún más dudas. Es un matiz para hacer un alto en el camino, un dejarse llevar para más adelante ¿más compromiso?

Después de toda esta retórica me dejo reposar como si en mitad de un altozano estuviese, pues abundan en Albacete, para retomar esos flashes, mociones que van reconstruyendo lo que CVX ha aportado a mi  persona, a mi fe y lo más importante, a quienes me rodean.

Desde mis primeros pasos en la entonces pre-CVX de Granada donde ya resonaba aquello de ser contemplativo en la acción, un situarme dentro de la Iglesia, ir configurando esa vocación a la que me sentía llamado para ver y sentir a Dios en todas las cosas. Recuerdo mi primera experiencia de Ejercicios como algo ajeno a mí, que no los necesitaba, que me sentía bien como estaba y eso de rebuscar en mi interior pues no iba conmigo. Aquella propuesta no me dejó indiferente y aunque seguía sin entender demasiado, algo me decía que quería vivir mi fe, mi día a día al modo de San Ignacio.

Mi etapa universitaria pone punto y final a Granada, con ello toca entonar un “hasta luego” entre otras cosas a CVX. Por circunstancias del destino, lo dejamos ahí para no alargar y hacer pesada esta crónica, me toca aterrizar en Albacete. Como cristiano comprometido, busco parroquias, movimientos donde compartir mi fe. Y de nuevo “diosidencias” del destino, justo en la parroquia de San José que solía frecuentar, me encuentro con un cartel allá por el año 2011 que invitaba a formar un grupo CVX. Mi actitud esta vez fue de sorpresa, recuerdo que hasta me froté los ojos, no podía creerlo ¿una CVX? ¿en Albacete? ¡pero si no hay Jesuitas! El caso es que comencé la etapa de acogida afianzando los principios generales de CVX, reglas de discernimiento que aún me resonaban y la invitación a poder estar nuevamente de EE.EE.

Desde entonces es como he ido profundizando más y más en la espiritualidad ignaciana como eje central de ese cuerpo apostólico para ser llevado a la misión, desde el grupo de vida, los distintos encuentros, Ejercicios y el acompañamiento. La posibilidad de ser guía en un grupo de acogida fue todo un regalo, jamás imaginé descubrir la fuerza con la que el Espíritu actúa en cada una de las personas; formar parte de este engranaje fue todo un motivo de agradecimiento.

Para acabar, ahora con todas estas mociones más aterrizadas me atrevo a decir que la propuesta de “compromiso temporal” tiene otro color, otro matiz, otro lenguaje y es que la palabra no ha cambiado en su forma desde el comienzo hasta ahora pero sí su significado para mí. La diferencia al compromiso que citaba al principio hasta ahora se ve interpelada, acompañada por un Padre que me ama tal cual soy, que me sondea y me conoce, que no me dejará solo, que con Él todo lo puedo. Que no el mucho saber harta, que aquí lo importante, en lo que se nos va la vida es en gustar las cosas internamente; sabiendo desprenderme de lo que me separa de Él.

Es por ello que termino imitando a María, con el “hágase” para acoger este compromiso temporal para “mayor gloria suya” junto a mi comunidad local al completo pues haciendo uso de las nuevas tecnologías llegamos a compartir con Gabriela desde tierras jienenses vía “Skype” cada reunión de  grupo de vida, cada sesión preparatoria para la toma del Compromiso Temporal. Profundizando aún más en lo concreto, en estas sesiones preparatorias tras orar y compartir los documentos de Murgía 2004 y Santiago 2009 anoto como si de un cuaderno de bitácora se tratara para hacerlo mío:

- Ese “acompañar” del DEAE.
- Lo afectivo es constitutivo de esa experiencia de universalidad.
- A poco que hacemos el Señor se hace presente: todo es gracia.
- Nuestra misión no es sólo lo que hacemos sino también lo que vivimos.
- Ofrecer ese carisma ignaciano a otros.
- Enamorarse de Cristo para la misión.

No puedo terminar sin antes agradecer a la CVX de Albacete por todo cuanto me aportáis; a Benji y Eliseo Domingo SJ por todo el esfuerzo que hacen para estar con nosotros desde Alicante. A la parroquia de San José y César su párroco por su acogida. Gracias.


José Alcalá Cuenca
CVX ALBACETE