Una reflexión sobre la asamblea de CVX Andalucía-Canarias

Quería expresar mi más profundo agradecimiento por toda la labor realizada por nuestro consejo territorial. Tal y como le decía a alguno de sus miembros, las palabras de gratitud se quedan cortas a la hora de expresar  lo que siento. Su trabajo y acompañamiento han hecho posible nuestro crecimiento como Cuerpo Apostólico y la búsqueda del sentido profundo de pertenencia a la CVX.

Esta era una asamblea difícil, una “papa caliente” en manos de nuestro consejo territorial y muy difícil de llevar, haciendo constantes reformulaciones y cambios de planes sobre la marcha debido a cómo iban aconteciendo las cosas.

El hecho de que no hubiera candidatos para el nuevo consejo territorial llevó a que asistiésemos a la asamblea sin indiferencia ignaciana y no escuchar a la Comunidad y al Señor en ella.

Aun no tenemos interiorizado el verdadero sentido de Cuerpo Apostólico. Estamos desgastando la palabra con su uso antes de comprender su verdadero significado. No somos solo una comunidad de apóstoles, que tiene muchos apostolados y misiones, tal y como se vio en los vídeos de cada una de las comunidades. Estuvieron geniales, pero el ser Cuerpo Apostólico implica dar un paso más. Implica reconocernos como una única comunidad donde cuidamos todos de todos, donde oramos unos por otros, donde vamos de la mano los más nuevos con los más experimentados o los más pequeños con los más grandes en número. En un Cuerpo Apostólico no caben individualidades, ni intereses particulares, ni siquiera las experiencias personales en nuestra comunidad local nos deben condicionar ni obstaculizar a la hora de escuchar a todo el cuerpo.

Es en la asamblea y no en el encuentro apostólico que hubo paralelo, donde veía realmente hasta que punto nos sentimos un único cuerpo, un Cuerpo Apostólico. En el modo que sentimos a todas las comunidades, en el modo en que deseamos caminar todos juntos como una sola comunidad que somos. Tenemos que seguir ahondando en el verdadero sentido de esto y ser sinceros con nosotros mismos y con el Señor:  si no es a esto a lo que nos sentimos llamados, a lo mejor es que no nos sentimos llamados realmente a ser CVX sino otra cosa.

En muchos momentos tuve la sensación de que no nos habíamos quitado “la camiseta” de nuestra comunidad local para ser en la asamblea una única comunidad, velar por todos, orar por todos, caminar y buscar con todos.

El sábado por la tarde creo que sobraron muchos discursos eruditos y nos faltó mucha escucha  profunda de lo que el Señor me estaba diciendo a través del otro. No siempre es necesario rebatir, o molestarse por lo que el otro me dice. La interpelación es un instrumento  a través del cual el Señor me habla a través del otro. Y veces es cuestión de escucha y de interiorización, aunque no estemos de acuerdo con lo que el otro me dice, lo escucho, lo guardo en el corazón, lo oro y lo agradezco aunque siga sin estar de acuerdo.

El domingo por la mañana, aunque menos tensa, también perdimos demasiado tiempo “tirando balones fuera”, dando una y mil vueltas a la alternativa de cambiar o incluso suprimir el consejo territorial, herramienta que hasta ahora ha sido la que nos enlazaba unos con otros y ha hecho que caminásemos a la par. A lo mejor es una opción, anotémosla, pero no nos encerremos en ella como la única alternativa, seguro que hay más. No le demos mil vueltas, sigamos buscando. Un verdadero discernimiento requiere indiferencia y ver todas las opciones posibles.

Quisiera subrayar que, a pesar de las tensiones y conflictos surgidos, yo he regresado a casa profundamente agradecida porque estos conflictos no nos paralizan sino que nos mueven a buscar cómo articular mejor este Cuerpo Apostólico, nos hace una enorme invitación a hacer un discernimiento serio y profundo, a ponernos en presencia del Señor, a escucharle a Él, a preguntarle a Él cuáles son las mejores opciones para construir este Cuerpo Apostólico Laical que tanto amamos y al que nos sentimos llamados a pertenecer.

Ana María Fuentes (CVX en Tenerife)