No
sabemos por qué, pero a veces Dios consiente que uno de sus ángeles venga a la
tierra.
Cuando
se instala en nuestra casa no lo entendemos, nos duele incluso, nos cuesta
mucho aceptarlo y aprender a vivir con él.
Poco
a poco descubrimos el secreto: los ángeles se
parecen a nosotros pero no lo son. Son mucho mejores.
Por
eso, cuando regresan al Cielo, del que vinieron, el dolor que dejan, el sordo
vacío y el olor hueco de la muerte nos rompen por dentro en mil pedazos.
Hoy
ha vuelto al Cielo un ángel que vivía en Bilbao, en casa con Nacho, Cecilia y
Elena. Era un Ángel aunque se llamara Víctor. ¡Qué suerte caer en esa casa!
¡Nadie ha estado más cuidado, más mimado, más atendido…! ¡Qué suerte para esa
estupenda familia haber disfrutado estos años de la presencia de un trozo de
cielo al que poder tocar, al que poder besar, al que poder ayudar a comer y
dormir…!
Es
matemáticamente imposible dudar del lugar preferente que hoy ocupa al lado del
buen Dios de la Vida. Ese Dios al que sus padres y hermana han dedicado y
dedican cada uno de sus minutos y, con esa dedicación, nos hacen mejores a los
que tenemos la dicha de compartir la vida con ellos.
Cecilia,
Nacho, Elena, sólo queremos mandaros un beso inmenso en nombre de todos. Sabéis
que no estáis solos en este momento feo, malo y duro. Entre los que os
acompañamos sabéis que está Víctor, bien aposentado al lado mismo de Dios,
acompañando vuestra vida con más presencia que nunca.
La
Comunidad de Vida Cristiana en España