Pedro Alonso, de CVX-Tenerife, nos cuenta sobre Dios y los méritos.
“Son tan grandes los pobres en la presencia divina, que principalmente para ellos fue enviado Jesucristo a la tierra” decía San Ignacio de Loyola. Y se dice que en la Iglesia de los primeros tiempos a los pobres se les llamaba “nuestros maestros y nuestros doctores” porque al ser evangelizados, evangelizaban ellos a todos los demás. Y es que el Dios cristiano desde las narraciones del Antiguo Testamento empieza a mostrar un rostro diferente a ese dios “imponente y temible” al que fácilmente echamos mano los humanos, que en el fondo es un dios a nuestra medida. El Dios que empieza a revelársele a Moisés está preocupado por la suerte de sus hijos y frente a algunas situaciones es hasta “subversivo”: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos” (Ex 3,8). Y la verdad que el Dios cristiano parece tener predilección por los que son víctimas del egoísmo y la injusticia humanas, porque mientras existen esas situaciones nos están indicando a los demás el camino a seguir para paliar esos sufrimientos y corregir las causas que los provocan.
Pensé en estas cosas
el día 20 de Junio, que fue el día internacional del refugiado. Pensé también
en la campaña “Salvemos la Hospitalidad”, que muchas organizaciones solidarias
hacen estos días contra la reforma que el gobierno de nuestro país prepara del
código penal y que en su artículo 318 bis de ser aprobada, establece que
cualquier ayuda humanitaria y solidaria hacia personas en situación irregular
es sancionable penalmente. Además hace algo más de 1 año, a todas estas
personas se les quitó el derecho a asistencia sanitaria.
Antes decía que el
Dios cristiano según la manera en que se nos ha revelado, tenía una manera
particular de pensar. Se puede decir que para Él la gente tiene derechos por
eso, “por ser gente”. Hay otra manera de pensar y otra cultura política que
dice que no es así, que los derechos “se merecen” y los mereces cuando te los
puedes pagar. Y para ello la eficiencia económica es el objetivo último y más
importante de todo, aunque eso tenga un precio: los que se quedan en la cuneta.
Porque en la práctica, en esa sociedad del mercado perfecto para que unos ganen
otros deben perder. Claro, eso nunca lo dicen y si lo dicen lo justifican
cínicamente. Es curioso que partidos políticos en cuyos estatutos está la
“inspiración en el humanismo cristiano” defiendan actuaciones de este tipo.
“Tenemos que hacer
méritos ante Dios con nuestras buenas obras, porque el Cielo hay que
ganárselo”. A mí se me educó también en una época de mi vida con esa
mentalidad. Menos mal que luego tuve quien me pusiera las cosas en su sitio.
¿Se imaginan que Dios nos quisiera según “nuestros méritos”? ¡Estaríamos
apañados!
(Publicada en la web
de la Red Ignaciana de Canarias Anchieta el 4 de julio de 2013 http://www.redanchieta.org/spip.php?article1082)