Ética de la justicia, Ética de los cuidados

El día 8 de junio, convocados por CVX-Bilbao y la Fundación Ellacuría, se vivió la jornada intercultural titulada “Ética de la Justicia, Ética de los cuidados”. Se enmarcaba en dos celebraciones: los 450 años del nacimiento de las congregaciones laicales ignacianas (de las que CVX es una de sus herederas) y la clausura de los cursos desarrollados en la Fundación Ellacuría y protagonizados por mujeres y hombres migrantes. 

Nos dimos cita alrededor de 100 personas de diferentes procedencias y culturas. El acto estuvo lleno de sencillez, contenido, simbolismo y emotividad en torno a un solo objetivo: poner en valor a las personas (mayoritariamente mujeres, y migrantes) que día a día cuidan a otras personas (generalmente, nuestros mayores, hijos e hijas). Lo iniciamos a las 4,15 pm y se finalizó a las 7 pm. La tarde fue intensa y creativa, festiva y reflexiva. 

Para orientar la reflexión inicial, nos acompañó Teresa González, compañera de CVX Sevilla. Sus palabras nacieron de su experiencia inspirada en la espiritualidad ignaciana y centrada en labores por la transformación social y la justicia desde las experiencias de los cuidados (aprovechamos para agradecer a Teresa su compartir y a su familia por la generosidad al hacer que la visita fuera posible). 

Entre todas las ideas y propuestas que nos aportó, quiero destacar algunas de ellas: 
  • En demasiadas ocasiones no hemos reconocido el valor de los cuidados (y de las personas que cuidan). Es momento de hacerlo e incorporarlo a la dimensión política de la vida. 
  • Trabajar por la justicia en el campo de los cuidados y las cuidadoras nos lleva a “hacer un hogar público”, lo que ocurre en el hogar (relaciones, cuidados, contratos, condiciones laborales…) no es algo privado ni ajeno a la labor de transformación social. 
  • Es un imperativo reconocer el trabajo de tantas mujeres que han dejado tan lejos a sus familias y ahora cuidan las nuestras. 
  • Acompañar a las mujeres cuidadoras exige recuperar el valor del saber y el hacer acumulado por las mujeres a lo largo de los años y los siglos. 
  • No podemos trabajar por la transformación social sin conectar con lo concreto de la vida. 
  • Cuando hablamos de justicia, y de ética de la justicia, apelamos a la ley, al cumplimiento de las normas. Cuando hablamos de cuidados, de ética de cuidados, apelamos a las relaciones, al encuentro humano, a la individualidad de cada persona que se encuentra con otra (dimensión relacional, afectiva, comunitaria…). Ambas éticas son necesarias. Ambas son nuestros frentes de trabajo. La combinación de los dos las potencia y da sentido a lo que hacemos y pedimos. Unir cuidados y justicia, también nos lleva al valor que tiene el autocuidado, a dedicarnos tiempo para reposar, para mirarnos hacia dentro. 
  • Acompañar a mujeres que cuidan, y que han venido de lejos dejando a sus familias, nos lleva a crear espacios de encuentro, fiesta, alegría (y a veces tristeza) compartida. 
  • Estas son verdaderas “comunidades de memoria”, en el que cada una ofrece su historia, los sabores de si vida, los colores de sus lugares de origen y de su lugar de llegada. 

Todas estas reflexiones nos permitieron reforzar el sentido de la actividad: reconocer el protagonismo de las personas migrantes en diseñar y ejecutar espacios formativos y de empoderamiento desde la diversidad cultural. 

En este marco se avanzó en el reconocimiento del esfuerzo de mujeres y hombres por aprender a lo largo del curso. Se entregaron certificados de participación y aprovechamiento a las personas que han culminado el curso de “Geriatría y autocuido”, y el curso de “Informática, comunicación y redes sociales”. 

Como se puede suponer, hubo fotos, cámaras, grabaciones… recuerdos de un momento de alegría y superación para compartirlo con aquellos a quienes quieren (en muchos casos, a miles de kilómetros de distancia). Mujeres engalanadas con sus mejores vestidos, aquellos que usan para una gran ocasión. Porque una gran ocasión es este gran triunfo personal y familiar a pesar de lo difícil que es estudiar combinándolo con jornadas laborales en condiciones precarias, disponiendo en su mayoría sólo de las tardes de los sábados para estudiar, descansar y relacionarse con las amistades. 

En la parte final, se realizó la danza contemplativa “Mujeres artesanas de la vida” y se entregó el testigo “la llama del saber” a quienes a partir del próximo septiembre van a participar en los próximos cursos. 
El cierre lo hicimos compartiendo la mesa. Mesa decorada con múltiples comidas del mundo (enchiladas nicaragüenses, empanadas bolivianas, cus cus marroquí, tortilla española,…). Un espacio que nos permitió degustar y compartir de manera informal las vivencias de la jornada. 
Gracias a todas y a todos- Zorionak

Edith Ulloa 
Fundación Ellacuria 
CVX- Bilbao