Reflexión sobre el pasado Encuentro de Compromiso Permanente


Escribo estas palabras desde un momento personal en el que parece que Dios está dormido, pero con el convencimiento de que el Señor sigue estando a mi lado, sigue enseñándome y eso me llena de esperanza.

Tal y como nuestro queridísimo San Ignacio nos enseña, he de poner la mirada en lo que sentía y experimentaba en los momentos de consolación, mociones que eran muchas y buenas. Mociones que me hicieron desear estar presente en el VI Encuentro de Compromiso Permanente celebrado recientemente en Madrid y que agradezco profundamente el haberlo vivido.

Ponerle rostro a ésta mi querida comunidad de CVX, ponerle rostros a tantos nombres que constantemente escuchaba nombrar, palpar las diversas realidades y procesos, los diferentes orígenes y campos de misión.

No deja de venirme a la mente las palabras de San Pablo: muchos miembros, un solo cuerpo y un solo Espíritu.

Somos un cuerpo con muchos miembros. Unos son manos y otros pies, otros cabeza y otros corazón, otros pulmones que respiran… cada uno tiene su misión, que compartimos y vivimos comunitariamente. Y el que es mano tendrá que hacer de mano, y se alegrará de que otro sea pie y camina, y el que es corazón tendrá que latir y se alegrará y dará gracias a Dios porque el otro es pulmón y respira. Y gracias al corazón que late los pies pueden andar, y al pulmón que respira el cerebro puede pensar…

Algo que me hizo vivir especialmente fue la presentación, por parte de Alfonso Salgado, de nuestra próxima Asamblea Mundial en el Líbano. Digo nuestra y digo bien, porque nos la ha acercado, nos la ha hecho vivir, cuestionar, sentir... y esto, junto con el envío de Alfonso, Pablo y Adelaida, me ha hecho miembro responsable y pendiente de todo cuanto allí va a acontecer. Yo no voy a estar presente físicamente, pero estaré allí con ellos con toda mi alma y mi oración. Algo que me resultaba abstracto y lejano ahora lo siento como propio y cercano.
 
Esa moción también la sentí cuando escuchaba en el plenario  a mis amigos de comunidad mostrando las muchas y diversas fronteras en las que se mueve nuestra comunidad, fronteras en muchísimos casos en las que yo no puedo estar presente por mi realidad y condición, pero en las que ellos sí están allí y yo también con ellos. Eso me da una profunda alegría y mucha paz. El Reino se va construyendo allí, en las fronteras donde cada uno de nosotros está, haciendo presente también a toda la comunidad en su totalidad. Y doy gracias a Dios por ello y le pido que no perdamos el horizonte: con Él, para Él... y a su modo.

Otro momento que también viví profundamente fue el recorrido que hicimos con Pep Baquer SJ por la historia de CVX, desde nuestras raíces hacia las fronteras, donde nos llevó a los orígenes de nuestra comunidad CVX, la Comunidades Marianas, lo que heredamos de ellas, lo que perdimos por el camino y necesitamos recuperar...tanto bien recibido a lo largo de nuestra historia de 450 años. Me hace tener una visión mucho más amplia de mi historia de CVX. Me hace reconocerme dentro de ella, de esa historia mucho más amplia, de ese camino mucho más largo, heredera de muchos bienes que los que nos precedieron nos regalaron. Me hace reconocer al Señor de la Historia presente en nuestra pequeña historia de 450 años y sentirme aún más miembro de esta gran familia y compañera de un mismo camino.

Ser CVX es el mayor de los dones que he recibido.
Ana Fuentes, CVX-Tenerife