«Hay miles de familias desplazadas, escondidas, huidas»


Entrevista a Jaime Moreno, responsable del Servicio Jesuita a Refugiados en la República Centroafricana

La República Centroafricana se encuentra en el corazón de África y sus países fronterizos (Chad, los dos Sudán, los dos Congos) están en continuas guerras. A pesar de sus riquezas naturales, el acceso resulta muy difícil porque el sistema de carreteras simplemente no existe, y el ir por pistas en muy mal estado hace penoso cualquier trayecto.

Por todo ello, Francia, que es su país colonizador, siempre ha estado más interesado económicamente en otros países cuyo acceso le resultaba más fácil.  «La República Centroafricana es el país olvidado», afirma el P. Jaime Moreno Rexach, responsable del Servicio Jesuita a los Refugiados en la República Centroafricana. Y este olvido se pone especialmente de manifiesto en el actual conflicto que vive el país. Desde que el 10 de diciembre empezó la toma de ciudades clave del norte, centro y este del país por una alianza de tres grupos rebeldes enfrentada al Gobierno del general François Bozizé, la población civil ha tenido que abandonar sus aldeas para esconderse en el bosque y preservar, así, su vida. Los rebeldes atacan a la población civil, les roban el ganado o cualquier cosa que puedan guardar en sus pequeños graneros para poder sembrar en la próxima estación de lluvias. «A ello se suman las dramáticas violaciones de mujeres y el reclutamiento de nuevos miembros para su ejército», denuncia el jesuita Jaime Moreno Rexach, y explica que también las ONG que trabajan en la zona han tenido que cerrar sus bases, que han sido atacadas y pilladas, para salvar las vidas de los que trabajan allí.
«La atención médica y nutricional tuvo que ser suspendida», se lamenta el responsable del SJR, «las comunicaciones cortadas, con lo cual no sabemos realmente cuál es la situación. Si la crisis se prolonga será una grave crisis humanitaria».

Mientras responde a las preguntas de Catalunya Cristiana, el P. Moreno aguarda esperanzado que en los próximos días el SJR pueda acceder a la población civil y saber con certeza su situación: «Ver la necesidad y tener la impotencia para actuar es toda una experiencia. Por carretera no se puede acceder porque está tomada por los rebeldes. En las pistas, que sirven de aeródromos, el ejército regular que tenía la misión de vigilancia ha huido. Los vuelos humanitarios de la ONU han sido suspendidos, primero por falta de seguridad, pero además el carburante que había para repostar ha sido robado por los rebeldes. Los lugares donde el PAM  (Programa de Alimentación Mundial) tenía los almacenes con sacos de cereales han sido asaltados, y vendidos en los mercados a bajo precio.» Nacido en Madrid hace 67 años, el  jesuita Jaime Moreno conoce muy de cerca la vida en un campo de refugiados. Desde el 1 de junio de 2012 es el responsable del SJR en la República Centroafricana, pero anteriormente estuvo en los campos de refugiados del Chad y Etiopía.

LA FOTO

«Imaginad la foto de una ciudad bombardeada», nos dice el P. Jaime Moreno, «es fácil ver el desastre, ¿no? Para comprender la situación de una familia obligada a abandonar su hogar, no bastaría con ver una foto. Pero ha sido bombardeada también y se ha quedado literalmente en ruinas, y para captarlo hay que estar cerca y escuchar, y escuchar. He escuchado muchas historias. Depende de la suerte de cada uno, han podido perder marido, mujer, hijos, ganado, dignidad. O como un refugiado del campo de Melkadida, que me contó que se había quedado solo. Trabajaba en Mogadiscio, en unas oficinas de Naciones Unidas, y los militantes islamistas de Al-Shabab le dijeron que si no dejaba de trabajar para Occidente le matarían a él y a toda su familia.  »A los pocos días, de vuelta a su casa después del trabajo, se encontró con el espectáculo de ver degollados a su mujer y a sus seis hijos. En ese momento decidió venir aquí después de una travesía de 30 días por el desierto. Es un hombre roto. En ruinas. »Hemos montado un programa para ayudar a las mujeres que han sido violadas a superar el terror. Escuchar,  en total confidencialidad, las historias  de vergüenza, desgarro, impotencia, es realmente aterrador.»

El SJR en la zona tiene proyectos en Bria, y Markounda, en las provincias de Haute-Kotto y Ouham, zonas abandonadas y de continuos conflictos. En un área de 100 km a la redonda atienden a más de 65 aldeas, en cada ciudad, a través de proyectos de construcción o reconstrucción de escuelas, formación de profesores, distribución de material didáctico, ayuda a los más vulnerables, formación de mujeres en la higiene y en la alimentación, formación y ayuda para el cultivo agrícola. Además, en colaboración con la diócesis en Markounda, el SJR tiene un  proyecto pastoral de apoyo a  las parroquias, con la formación
de catequistas, material litúrgico, cursos de formación para la  paz, preparación al bautismo y
al matrimonio. «Es una región  muy extensa y con una mínima  presencia sacerdotal, pero con un laicado que hace esfuerzos increíbles por mantener y fortalecer su fe», afirma el P. Moreno.
Además, este año se ha puesto en marcha un proyecto de Desmovilización, Desarme y Reinserción. Es un programa de ayuda a los que han decidido dejar la rebelión, que consiste en la reinserción social a través, sobre todo, de entrega de tierras, semillas, herramientas y formación agrícola.

Actualmente están atendiendo a 1.225 ex rebeldes. Cuando se desató este el último conflicto en la República Centroafricana quedaban pocos días para la Navidad. Por eso la población ha vivido con miedo estas fechas tan señaladas. En la ciudad el toque de queda desde las seis de la tarde hasta las cinco de la madrugada no les permitía salir de su casa, mientras las noticias de que los rebeldes avanzaban hacia la capital desataba miedo y preocupación. «Por eso», explica este jesuita madrileño, «más que el nacimiento, lo que vivimos es la huida a Egipto y la muerte de todos aquellos inocentes que no tuvieron a ningún José que se hiciera cargo de ellos. Hay miles de familias desplazadas, escondidas, huidas. Por eso aquí también se oyen las voces: “Llanto y gran lamentación; es Raquel que llora a sus hijos, y que no quiso ser consolada porque ya no existen” Mt 2,18. Nuestra misión como Iglesia es seguir proclamando el anuncio a los pastores. “Hoy os ha nacido un Salvador” y “Paz en la tierra”.» Mientras muchas ONG han tenido que cerrar proyectos por falta de financiación, como consecuencia de la crisis económica que se vive en occidente, el Servicio Jesuita a Refugiados sigue ayudando a las personas más vulnerables e intentando sacar del olvido internacional la República Centroafricana.