A propósito del compromiso


Hablamos mucho de seguir a Jesús. Que somos sus seguidores, que El nos llama a
seguirle…… Y además debe ser así. Hemos de pedir mucho “la gracia del seguimiento”, es decir que Dios  nos quiera llamar a estar con El y asociarnos a su misma tarea de construcción del Reino. Me da mucha pena que la orientación que se ha dado al año de la Fe sea el entendimiento de ésta fundamentalmente como un conjunto de verdades y creencias que hay que conocer y aceptar. Si queremos regenerar y renovar nuestra vida cristiana que buena falta nos hace, en vez de tanto catecismo, lo que necesitaríamos sería más evangelio, es decir, más encuentro y experiencia personal de Jesús, Dios hecho hombre, que camina con nosotros, nos atrae y enamora, nos llama a vivir con El (“Venid y lo veréis” y se quedaron con El) y nos llama a construir aquí y ahora el Reino de la fraternidad universal, de la paz, de una humanidad reconciliada en el que todos los hombres y mujeres aprendamos a vivir como hermanos. 

Además para quienes compartimos la espiritualidad de Ignacio y los Ejercicios, esto es
fundamental: Jesús es el maestro que llama a seguirle, a vivir como El, a asociarnos a su misma tarea……

Sentado esto, deberíamos preguntarnos si tan importante como seguir al Maestro, es
seguirlo para hacer lo que El desea y con el estilo o modo de proceder propio de Jesús y que se refleja en el Evangelio. Importante es el QUE , pero igualmente es el COMO.

En la segunda semana de los EE San Ignacio nos pone como modelo a imitar el de
Jesús. Anima al ejercitante a solicitar “conocimiento interno para que más le ame y le siga”. Es decir quiere que el ejercitante al haber conocido internamente (es decir con toda profundidad) a Jesús se enamore de El y le siga. Pero esa mística del seguimiento, hemos de ponerla en relación con tres contemplaciones centrales en la segunda semana: la del Rey temporal; las Dos Banderas y las Tres maneras de Humildad.

En la del Rey Temporal que, Ignacio identifica con Jesucristo que llama a su “tropa”,
aparece una sorprendente petición. Resulta que los que quieran seguir a este Rey lo que
tienen que pedir es “pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como
espiritual… “. Jesús, después de haber llamado a sus soldados, parece que no los que quiere
para sobresalir, mandar, aprovecharse para obtener grandes riquezas o cargos (el botín de la
tropa), sino para pasarlas “canutas”, dicho en un lenguaje coloquial, pues que por mucho que
como buenos burgueses espiritualicemos las cosas, pedir pasar injurias, vituperios y pobreza
no es muy “cool” como dicen ahora los cursis y espanta al más osado.

En Dos banderas seguimos con los símiles militares. Resulta que esa bandera es para
pasar pobreza espiritual y temporal; en vez de honores, oprobios y ser humildes en vez de
soberbios. La bandera no resulta muy atractiva. Frente a esta bandera, aparece la otra que es: codicia, que ha estado y está muy de moda , (es decir afán por ganar dinero), vano honor
(vanidad) y crecida soberbia (a ti que no se te suba nadie a la chepa, total lo importante es ser
muy competitivos). Pues resulta que la bandera que propone Ignacio es la primera. No me
negaréis que es sorprendente.

Tres maneras de humildad: nuevamente la pobreza en todas sus dimensiones, no solo la
espiritual sino también la real; los oprobios y el ser tenido por vano y loco y ello por imitar y
parecer más a Jesús.

Ahora que acompaño personas que hacen los EE en la vida ordinaria compruebo lo
cuesta arriba que se hace esta sorprendente propuesta que aparecen en estas meditaciones
de la segunda semana. Muchos de ellos es la primera vez que se acercan al texto ignaciano y
por lo tanto no están tan maleados como otros, entre los que me incluyo, que tan
familiarizados con dicho texto, tratamos esto con una superficialidad apabullante.

Para San Ignacio el seguimiento tiene dos claves: la imitación, el parecernos lo más
posible al Maestro y el asociarnos a su tarea, la misión, la construcción del Reino. Y el estilo, el modo de proceder de Jesús fue: en pobreza, desde abajo, desde el no poder y la falta de
influencia, con la gente sencilla, como un donnadie (uno de tantos que dirá Pablo), y claro esa
gente suelen pasarlo mal en un mundo sometido a estructuras injustas (de pecado que dijo
Juan Pablo II). Son los que no cuentan, los no competitivos, los que el sistema y nosotros
vamos tan alegremente dejando en la cuneta de la historia. Pues bien, Ignacio en los EE y el
propio Evangelio nos proponen que no basta seguir a Jesús, sino imitarlo y seguirlo en su
estilo particular y ese estilo puede llevar con bastante certeza a la eventualidad de resultar
perdedores a los ojos del mundo, de que recaigan sobre nosotros injusticias y marginaciones,
exactamente como le pasó a Jesús.

A Jesús su misión y el anuncio del Reino le llevó a la Cruz, ¿a nosotros nuestro anuncios
y misiones a dónde nos llevan? La prueba inequívoca de que no andamos errados por el
camino, debería ser que nuestra existencia se pareciera lo más posible a la de El y que nos
ocurriera, salvadas las lógicas distancias, lo que a El. ¿Ocurre así o más bien lo contrario?: ni
somos molestos, ni nos rechazan lo poderosos, ni nos entienden los pobres y marginados.

Y estoy hablando del rechazo que surge de compartir la vida de los pobres y no las
pretendidas “persecuciones” de las que alardean ciertos grupos, porque nos dificultan
cuestiones tan “evangélicas” como la enseñanza religiosa en las escuelas, o quieren que
paguemos ciertos impuestos.

La Iglesia y los cristianos tenemos una falta de credibilidad impresionante. El análisis
de la “oficialidad” eclesiástica, no reconoce nunca esto y se niega a efectuar la más mínima
autocrítica sobre si los modos y prácticas eclesiales han influido en la secularización o
descristianización de nuestras sociedades. Yo creo que tiene bastante que ver. Decimos seguir a Jesús, pero ni nuestro estilo, ni nuestra vida, ni nuestras comunidades, ni nuestras obras en la gran mayoría de los casos, se asemejan a lo que Jesús hizo y cómo lo hizo. Somos muchas veces prepotentes, nos situamos en las zonas fáciles de la falta de compromiso, ni vivimos austeramente, ni mucho menos pobremente…… Y si hablamos del poder? Anda que si Jesús se volviera hacia nosotros y al igual que a los discípulos nos preguntara :“De que discutíais por el camino?, se iba a ver un ejemplar. Y de oprobios y ser tenidos por vanos y locos... 

Lo que yo creo es que deberíamos intentarlo, es decir seguir a Jesús con su estilo
propio. El Jesús pobre y humilde de que nos habla Ignacio, la propuesta de seguimiento que
nace de los EE en las contemplaciones del Rey Temporal, las dos banderas y las tres maneras de humildad. Y sin lecturas espiritualistas. Creo que no perderíamos nada. Y además tampoco hay nada que perder. Por mucho que se empeñen algunos la etapa de cristiandad ya pasó, la propuesta cristiana será cada vez para unas minorías lúcidas y con una fuerte carga de compromiso y si queréis con fuerte carga contracultural, entendiendo como tal aquellas
propuestas que cuestionan fuertemente el modelo social, económico y político imperante. El
modelo de cristianismo sociológico está agotado. Por qué no inauguramos una nueva etapa, si queréis más “evangélica”, más radical, más en tercera manera de humildad, menos
eclesiástico-clerical con el catecismo en ristre y más laical y secular, levadura en un mundo
lleno de contradicciones e injusticias pero que sigue llamado a ser consolado, liberado y
sanado.

Coda: hace ya algún tiempo leí un pequeño estudio muy sugerente que se titulaba “Dos banderas como lugar teológico”. En el momento histórico que vivimos, podíamos
hacer una lectura política de la meditación de Dos banderas. Y qué tal si la Bandera que
Ignacio identifica con la de Lucifer (que propone codicia, vano honor del mundo y crecida
soberbia) en vez del indicado Lucifer ponemos que es la bandera del FMI, el Banco Mundial,
los dichosos mercados, los bancos desahuciadores, los políticos corruptos …….La verdad es que lo de la codicia y demás les cuadra que ni pintado.

En la otra bandera la de la pobreza, menosprecios, oprobios y humildad, podíamos
poner a los parados, familias desahuciadas, inmigrantes sin papeles y ahora sin asistencia
sanitaria, personas dependientes sin ayudas, el tercero y el cuarto mundo……. Que yo creo
que nos pueden hablar de pobrezas y menosprecios.

Ignacio nos propone que en nuestra oración usemos la imaginación. Y eso he hecho.
El sabrá disculparme. Lo que sí deberíamos tener claro es cuál es nuestro lugar, el papel que
debemos jugar en este mundo injusto y la “bandera” bajo la cual queremos militar.

Mariano Pérez de Ayala