Pedro Alonso, de CVX-Tenerife, reflexiona sobre los mineros y la economía.
Seguramente que todos
nos acordamos de las movilizaciones de los mineros de nuestro país, que les han
mantenido en huelga durante más de dos meses. Entre las acciones que tuvieron
mayor eco estuvieron las marchas a pie hasta Madrid, que despertaron la
solidaridad y el apoyo de muchos pueblos por donde pasaron. Hace unos días han
tenido que regresar a sus duros puestos de trabajo ante la imposibilidad de
resistir más tiempo y la inflexibilidad de la administración.
A mí me da mucha pena
contemplar a estos hombres que no piden más que un futuro para ellos, sus
familias y la tierra en la que habitan. Y por lo que se ve piden demasiado. El
pasado mes de Julio por cierto, mientras los mineros caminaban centenares de
kilómetros, se supo que un banco norteamericano, Goldman Sachs, del que
encontraremos muchas y no buenas referencias a poco que busquemos, estaba
almacenando carbón procedente de Sudamérica en el puerto de Gijón con el
objetivo de especular con su precio en el mercado europeo. Ya ven, mientras
unos trabajadores luchaban por sus empleos en una especie de combate al estilo
de David frente a Goliath, otras personas se afanaban para que sus puestos de
trabajo fueran un poco más inviables obteniendo con ello un beneficio
astronómico.
Y es que en realidad
el mundo y sus leyes están hechos para dar todas las ventajas a estos últimos,
especie de depredadores de su propio género humano. Mientras, todo lo que nos
rodea y forma eso que llamamos “la cultura” se esfuerza en enviarnos mensajes
para convencernos de que cosas de ese tipo son “lo normal” y que una política y
economía distintas no es que sean ideas utópicas sino que directamente son barbaridades
impensables.
Es curioso que el
miedo sea una de las principales herramientas mediante las que el mundo nos
asimila y nos hace incapaces de pensar y vivir “ese otro mundo posible”. “Quien
no tiene miedo al hambre tiene miedo a la comida” alguien escribió, pero el
peor y más paralizante de todos los miedos que se nos inducen es a perder las
migajas de este sistema. Puede que sea esta una de las enseñanzas del Evangelio
que más nos cuesta aprender: “no tengan miedo” nos dice Jesús a cada paso. Será
tal vez cuestión de meditar despacio esos pasajes, pidiendo cómo no, su Gracia
para entenderlos, o sea, vivirlos. Como el de San Pablo en la 2ª carta a
Timoteo: “Porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino un espíritu
de valentía, de amor y de dominio propio” (2ª Tim 1,7).
(Reflexión publicada en
la web de la Red Ignaciana de Canarias Anchieta el 6 de agosto de 2012 http://www.redanchieta.org/spip.php?article988)