Pedro Bolaños, de CVX-Gran Canaria, comparte una reflexión entre inspiración y fatalismo
Ha sucedido muchas
veces que un artista importante, de las artes plásticas o de la música,
atraviese un periodo de menor fecundidad creativa. Normalmente decimos que le
falta inspiración. Resulta difícil, y especialmente para ellos, encontrar esa
chispa que active su dinamismo creador.
En cierta medida, algo
así, falta de inspiración, de chispa, es la sensación que más se percibe en
nuestro entorno. Y eso, como podemos ver, se manifiesta de manera dramática en
mucha gente sin empleo, sin iniciativa, sin saber qué hacer.
Lo peor de todo es
llegar a convencerse de que no podemos hacer nada, es decir, asumir el
fatalismo y resignarnos a lo que venga abdicando de cualquier esfuerzo por
remediarlo.
Contra esto, aparece el
mensaje que se nos pone delante hoy. Nosotros somos la sal. Tenemos el poder de
dar sabor porque somos la sal. No es que podríamos ser, sino que ya lo somos.
Y también somos la luz.
Y si somos luz es porque estamos encendidos. Una luz apagada deja de ser luz. Y
la luz no puede dejar de ser vista, al menos cuando se hace presente en la
oscuridad o la penumbra.
Creo que muchas veces
nos olvidamos de esto. A veces, porque no somos conscientes de que lo que hacemos
está repercutiendo en otros, aunque no los veamos, aunque no lo sepamos.
En esta cultura de la
comunicación y de la publicidad, no se valora aquello a lo que no vemos un
resultado inmediato, y sin embargo, hay ,muchas cosas, mucha gente que , como la
sal, está ahí, sin ser vista, pero dando sabor.
Es precisamente
entonces, cuando la sal ha dejado de ser sal para ser el sabor, cuando llega a
su máxima plenitud.
(Publicada el 18 de junio de 2012 en la web de la Red
Ignaciana de Canarias Anchieta http://www.redanchieta.org/spip.php?article966)