Nuevo número de la revista MANRESA

¿Qué hace que la vida cotidiana pueda ser vivida como lugar de Dios, como espacio del encuentro con Él, como vida espiritual en el sentido de vida guiada por el Espíritu?
El problema es real en un doble sentido. Por una parte sucede que en muchos imaginarios, incluso cultivados, la expresión vida espiritual remite casi siempre a espacios de oración, retiro, ejercicios…, y mucho menos a vida corriente. Por otra está nuestra dificultad e ignorancia practicas sobre cómo vivir y trasformar esta última, la vida cotidiana, en un vivir a impulsos del Espíritu de Dios en nosotros. ¿Qué otro deseo mayor podría tener quien cree y se toma en serio la afirmación paulina de que “en Él nos movemos, existimos y somos…, Él que a todo da el aliento y todas las cosas”? (Act 17, 25-28)

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