Conclusiones del Congreso Europeo de Migraciones

Rouco Varela pide que los inmigrantes no sean tratados como «factor de producción».

El cardenal arzobispo de Madrid también dijo que la mejor forma de atender a este colectivo es "abriendo las puertas de la caridad de manera fraternal", además, de la asistencia jurídica y social y de la formación cívica y cultural a "cualquier inmigrante de cualquier religión, país o lugar de procedencia". El cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, solicitó este sábado, durante la eucaristía de clausura del VIII Congreso Europeo de Migraciones, celebrado en Málaga, que el colectivo de inmigrantes no sean tratados como "un factor de producción" en este contexto de crisis económica porque se trata de personas con "derechos fundamentales ineludibles".

Así, recordando la encíclica del Papa Benedicto XVI 'Caritas in Veritate', Rouco Varela indicó en la homilía del encuentro organizado por el Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, que "el problema de la emigración no es nuevo en Europa", al tiempo que advirtió de que sí lo es en "la forma actual de plantearlo". Esta, a su juicio, "requiere una fuerte clarividencia política de cooperación internacional". También recordó el arraigo de la cultura de la emigración en España, tanto a América Latina, como a países de la Europa de la postguerra. "Recibimos, ahora, flujos abundantes de emigrantes procedentes de los cinco continentes", indicó, para añadir que España debe mantener con estas personas su "fino sentido de la hospitalidad". Rouco también apeló a la Declaración Universal de los Derechos Humanos del Hombre para que las sociedades se enfrenten al problema de la multiculturalidad, "respetando las culturas de los distintos grupos de emigrantes y tratando de integrarles en el marco de una ética social basada e inspirada en los valores universales de lo humano". Por último, y con motivo de la fiesta este sábado de San José Obrero, señaló que el valor del trabajo del hombre sobre la tierra es "muy superior a cualquier cálculo económico" porque --aseguró-- "el trabajo pertenece esencialmente al desarrollo auténtico de la dignidad humana y al ejercicio responsable del cuidado de la naturaleza, que es obra de Dios".


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