Ecuador, tan cerca del cielo



Queridos compañeros en la esperanza,
Ya sabéis que este verano tuve la suerte de poder ir a Ecuador, ese pequeño pais en la mitad del mundo, entre el Norte y el Sur, tan cerca del cielo. Aunque ya había conocido a Eduardo y Roberto, que comparten ahora camino con la Comunidad de CVX-Galilea, y a través de ellos ya intuía la bondad y la verdad de los ecuatorianos, allá pude sentirlo y vivirlo en el corazón. Gente buena, transparente, acogedora, hospitalaria, gente sencilla, alegre, llena de coraje, fuerza y esperanza, compañera, con deseos de transformar la realidad de injusticia que les rodea.
Y junto a todo lo que aprendí en ellos, junto con todo lo que pude compartir con las comunidades CVX en Quito, Guayaquil y Manta, vi la pobreza en tantos lugares, la necesidad de lo más básico, la brecha profunda entre nuestra sociedad de bienestar y los barrios marginales de Quito y Guayaquil, las familias empobrecidas, los ancianos abandonados, los ignorados pueblos indígenas... Difícil explicarlo.
Uno de los objetivos de mi viaje era conocer el trabajo de SIGVOL (Servicio Ignaciano de Voluntariado), www.sigvol.org , obra apostólica de CVX en Ecuador, que ahora dirige Danilo Barragán, de la comunidad CVX Iride en Quito. Con ellos pude conocer la labor de formación y acompañamiento de voluntariado de jóvenes ecuatorianos. El contacto con la realidad de injusticia en su propio pais, el descubrimiento de su propia capacidad transformadora, la unión de esfuerzos y talentos, ... no sólo convierte y recrea a la persona sino que posibilita una nueva sociedad.
Por todo ello, no por caridad sino por justicia, me atrevo a escribiros . No es este mi estilo, ni el de Danilo, pero os quiero pedir, con toda confianza, que les ayudemos como compañeros que somos en este camino siempre por andar. Mirad, abrí hace unos meses una cuenta en la que mis hermanos y mis amigos hemos ido juntando, y a la que en la medida de vuestras posibilidades podéis añadir. El nº de cuenta es 3035 0230 10 2301019439 de Caja Laoral que está a mi nombre. Antes de que termine el año enviaré el dinero para que lo utilicen en alguno de los programas que tienen en marcha.
Pero seguro que se nos ocurren otros modos de colaborar, así que no dudeis en escribirme a mí o a Danilo.
Os deseo de todo corazón que el Adviento os esté ayudando a abrir espacios en vuestras vidas y en vuestros corazones para que Jesús pobre pueda nacer de nuevo.
Un abrazo
Adelaida Lacasta