Tras descansar de la intensa jornada del sábado otro día amanece. Todo parece indicar que la oración de la mañana fue elegida con sumo cuidado con el ánimo de predisponer a la Asamblea a abrir su corazón a Dios: “Señor soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras”.
A continuación Carmelo Casanova y Milagrosa Rosety, agentes de formación y apostólico respectivamente nos presentaron los retos en cada uno de esos campos. Ambas exposiciones reflejaron una madurez nueva en CVX A y C; ambas inspiran la imagen de, por qué no rememorar la Asamblea Nacional de Santiago 2009, un peregrino que en su largo Camino ha ido haciendo acopio de medios e instrumentos nuevos y ha tomado su tiempo para interiorizarlos y hacerlos suyos hasta vivirlos como algo inherente a su ser.
Se constata en la Asamblea un fuerte sentimiento de gratitud por la disposición de la espiritualidad ignaciana y el deseo de hacer revertir en el mundo de hoy nuestra vivencia de ellos.
Mostrar nuestra identidad y carisma a quienes nos rodean debe ser tarea compartida; compartir con quienes tenemos cerca y no tan cerca, atendiendo a las llamadas que se nos están haciendo.
Y como en todos los caminos, en ocasiones se producen encuentros gratificantes de esos que casi le cambian la vida a uno. La presentación a la Asamblea del Convenio de colaboración entre la Compañía de Jesús y CVX y A –C ha sido uno de esos encuentros que delatan que hay ya camino recorrido y que los peregrinos que andan por las mismas sendas acaban caminando juntos y, a veces, compartiendo el peso de las mochilas.
Son muchas las pistas e indicaciones para seguir creciendo y mejor sirviendo las que se han dado en esta jornada junto a una llamada explícita a la acción que la Asamblea ha recibido con ilusión y encomendándose a Dios Nuestro Señor.
Quédate Señor,
Quédate conmigo.
Soy un peregrino;
Quédate Señor,
Que largo es el camino.