Para comenzar la asamblea, hemos querido observar nuestra comunidad, con sus luces y sus sombras, sus deseos y sus omisiones. Así nos hemos presentado ante el Señor y no hemos recibido de Él reproches, sino el abrazo de un Padre sobre su hijo. Esto nos hace reaccionar, nos cambia y desarma, queriendo dar un paso adelante, hacia Él, y plantearnos qué ha hecho nuestra comunidad por Cristo, qué esta haciendo y qué va a hacer por Él.
Querríamos, humildemente, dar alguna luz que nos haga caminar en el reto ya planteado en nuestra asamblea mundial Fátima 08: ser una comunidad profética. Allí se nos invitaba a adquirir de los profetas su actidud de “MIRAR el mundo con los ojos de Dios, ESCUCHAR con sus oídos el clamor angustiado del pueblo cuando pide justicia y SENTIR con el corazón de Dios, que se conmueve ante su sufrimiento”. Entonces, y sólo entonces, podríamos hablar como profetas de la palabra de Dios. Nuestra comunidad debe ser especialmente fiel a trabajar por la justicia desde una opción preferencial por los pobres con un estilo de vida sencillo. Debemos tener presentes las prioridades a las que hemos sido convocados particularmente como Comunidad Mundial (el fenómeno migratorio, la atención a los jóvenes y la vida familiar) y sentir con la iglesia la preocupación por la situación actual, en España y en el mundo, provocada por las relaciones económicas injustas.
Hemos querido ver como respuesta a este reto, la necesidad de renovarnos, de ser una nueva comunidad, con una organización más orientada a la misión, con una mejor comunicación entre nosotros y, como los primeros compañeros de Ignacio, con una nueva fraternidad en la comunidad, teniendo “cuidado y entendimiento unos de otros”. Pero no es la Comunidad nueva la que creará hombres nuevos. Son los hombres nuevos quienes formarán la nueva Comunidad.
Querríamos, humildemente, dar alguna luz que nos haga caminar en el reto ya planteado en nuestra asamblea mundial Fátima 08: ser una comunidad profética. Allí se nos invitaba a adquirir de los profetas su actidud de “MIRAR el mundo con los ojos de Dios, ESCUCHAR con sus oídos el clamor angustiado del pueblo cuando pide justicia y SENTIR con el corazón de Dios, que se conmueve ante su sufrimiento”. Entonces, y sólo entonces, podríamos hablar como profetas de la palabra de Dios. Nuestra comunidad debe ser especialmente fiel a trabajar por la justicia desde una opción preferencial por los pobres con un estilo de vida sencillo. Debemos tener presentes las prioridades a las que hemos sido convocados particularmente como Comunidad Mundial (el fenómeno migratorio, la atención a los jóvenes y la vida familiar) y sentir con la iglesia la preocupación por la situación actual, en España y en el mundo, provocada por las relaciones económicas injustas.
Hemos querido ver como respuesta a este reto, la necesidad de renovarnos, de ser una nueva comunidad, con una organización más orientada a la misión, con una mejor comunicación entre nosotros y, como los primeros compañeros de Ignacio, con una nueva fraternidad en la comunidad, teniendo “cuidado y entendimiento unos de otros”. Pero no es la Comunidad nueva la que creará hombres nuevos. Son los hombres nuevos quienes formarán la nueva Comunidad.