La IGLESIA de los "MEDIA", por José Ignacio González Faus

No se puede servir a la verdad y al dinero. Este arreglo de una frase evangélica es hoy aplicable a los medios de masas. Hace meses Mendilibar, entrenador del Valladolid, dijo a los periodistas: "Sois unos cabroncetes: sólo buscáis que haya pelea". El 1 de mayo un epidemiólogo decía en este diario: "La gripe porcina es benigna en todas partes, menos en los medios que contagian una epidemia de miedo más virulenta". Ahora que han bajado las aguas de la polémica, ¿cabría aplicar esas frases al viaje del Papa a Angola?
Ese viaje a Áfricatuvo algo muy positivo: unos discursos sociales serios e interpelantes. Y algo bastante negativo: una muestra de la incapacidad de Ratzinger para entender el cristianismo fuera de la matriz greco-latina (a la que debe mucho, pero que también lo ha desfigurado bastante). De eso no quedó ni rastro. Gracias a los media el único recuerdo vivo es que "el Papa condenó los preservativos".
Titulares malintencionados ("El Papa desautoriza en Áfricalos preservativos") dieron la sensación de que eso había sido dicho en un discurso. Y así, una frase que fue sólo una respuesta dada en el avión a la pregunta de cuatro periodistas, y que no iba en ningún texto papal, eclipsó todo lo demás, dejando una sensación falsa: porque el Papa esta vez no pronunció ninguna condena moral; se limitó a decir que no le parecía una solución global del problema.
Hubiera sido más veraz un titular como: "El Papa pide en Áfricatratamiento gratuito para los enfermos de sida" (que así fue). Pero si propones eso a un periodista, responderá como los economistas neoliberales: "Tú no entiendes de periodismo". La norma fundamental es: no dejes que la verdad te estropee un buen titular. Y esa tergiversación le valió a Benedicto XVI la acusación de genocida y una propuesta de reprobación en el Parlamento. El espíritu medieval de la caza de brujas pervive en las personas humanas aunque, gracias al progreso de las estructuras, no las cacemos de manera tan bestia como antaño. Y entretanto, las farmacéuticas, las más culpables de la extensión de la epidemia, se frotan sigilosamente las manos.
Creo estar a años luz del Ratzinger de hoy (me siento más cercano al que conocí en Tubinga en 1966). Ynodudo de que, con la moral más tradicional (la de nuestros siglos XVI y XVII, no la de hoy), es defendible la licitud al menos parcial del preservativo. Pero, una canallada no deja de ser canallada porque se la hagan a un enemigo. Además, me gustaría conocer ¡una sola persona! que (se) infectara por abstenerse del condón en obediencia a Roma: con el descrédito actual de cuanto dice la institución romana en este punto, tengo la certeza de que nadie hace caso de esa prohibición entre las gentes expuestas al contagio.
Por otro lado, que el preservativo no es solución global lo dicen especialistas en el tema de África,de Harvard o de Washington. Fundamentalmente por dos razones: en Áfricaresulta muy contrario a la cultura africana. La resistencia al preservativo es allí de carácter cultural: cooperantes y religiosas que trabajan en estos campos pueden confirmarlo. Y un cambio cultural no se hace por imposición ni en pocos años.
En el mundo rico el preservativo genera un exceso de confianza que multiplica la promiscuidad. Y hay una resistencia que no se da sólo en África:en la España progre de hoy conozco clientes de prostitutas que rechazan a la mujer si esta les pide ponerse el condón: "Ahí te quedas, ya encontraré a otra". Y es que, cuando sólo cuento yo, todo lo demás está de más. Cualquier catalán conoce el chiste de aquel señor al que no le salían los presupuestos porque siempre comenzaba: "Vint de vi". Pues bien: quizá el Papa sólo quiso decir que si comenzamos siempre con "vint de fotre"no nos saldrán los cálculos.
Personalmente, sospecho que la publicidad que dan los medios a la violencia de género contribuye más a propagarla que a frenarla, porque mucha gente considera que sólo tiene existencia lo que aparece allí. Reconozco que es opinión discutible aunque, a lo mejor, se me juzga por ella como asesino. Puestos a reprobar, ¿no sería mejor reprobar a los periodistas que hicieron una pregunta cuya respuesta conocían de antemano y con la que sólo buscaban armar camorra? Porque hoy los media se han convertido en una especie de iglesia que no se equivoca nunca, tienen siempre la última palabra, son crueles con sus críticos y se arrogan una autoridad parecida a la de los apóstoles ("lo que ataréis en el papel quedará atado en la realidad, y lo que ignoréis en el papel queda fuera de la realidad"). Si es así, deben ser criticados como la institución eclesiástica de hoy.
Sé que muchos periodistas perciben y sufren esto, igual que muchos católicos sufren por la necesidad de reforma de la Iglesia hoy. Los unos aguantan porque les va en ello el sustento de su familia. Los otros porque la alegría y la grandeza del Evangelio da fuerzas hasta para soportar ese muermo institucional. El Papa ya reconoció sus carencias en el manejo de internet. Quizás una entrevista con Mendilibar tampoco le vendría mal.
Y a la izquierda, ¡qué bien le iría dedicarse a ser de veras izquierda, en vez de consolarse de su inoperancia lanzando anatemas!
Publicado en La Vanguardia
Por José Ignacio González Faus