ACOMPAÑAMIENTO en los EJERCICIOS en la VIDA DIARIA, por Francesc Riera i Figueras

Ignacio descubrió pronto personas de mucho subiecto, de quienes se podía esperar mucho, pero imposibilitadas para retirarse treinta días. Él habla de personas «embarazadas en cosas públicas o negocios convenientes, personas letradas, de buena inteligencia».
Le duele no poderles proponer el mes de Ejercicios en retiro, y con su capacidad de adaptación y creatividad les ofrece Ejercicios en la Vida Diaria (EVD), tal como explica en la anotación 19, de manera que puedan vivir parte o la totalidad de lo que ofrece para los 30 días en retiro. En su propuesta entiende que el ejercitante se encontrará cada día con su acompañante en el lugar convenido, y este le irá introduciendo en los primeros temas de los Ejercicios, hasta completar, si resulta oportuno, todo el itinerario del mes, a lo largo de un período de tiempo mucho más largo.
Ignacio es maestro de la adaptación, de la inculturación, con el inmenso interés de «ayudar» a los más posibles. Su pedagogía le sitúa al nivel de las capacidades y oportunidades de cada sujeto, de manera que éste «pueda descansadamente llevar» la experiencia [18,2]. Actúa desde la filosofía de la contemplación de la Encarnación, donde, con la Trinidad, mira al mundo, tan diverso, tan desquiciado, y con una gran sed de redención [101-109]. En esta mirada la Trinidad, y con ella Ignacio, adquiere «la obediencia a la realidad», adaptándose de maneras revolucionarías, hasta «hacerse uno de nosotros… tomando condición de esclavo» (Flp 2,7). También Ignacio es revolucionario al adaptar la profunda experiencia eremítica de su propuesta originaria, a una realidad de Ejercicios en medio del bullicio del día a día. Una de las características de la mística ignaciana es la adaptación que busca y halla a Dios en todas las oportunidades, cosas y personas.