VÍCTIMAS de SOMALIA: entre la MISERIA, los PIRATAS y los TRAFICANTES

Escudos humanos. En eso se han convertido los refugiados y emigrantes que cruzan el golfo de Adén desde la explosión de la piratería -y de los intentos de reprimirla- en el Océano Índico, según Francisco Otero, jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Yemen. "La vigilancia ha producido cambios en los procedimientos de los traficantes de personas y de los piratas de la región: ambas mafias han empezado a operar como si hubiesen constituido una sociedad", denuncia en una conversación telefónica. La asociación clandestina ha empeorado todavía más la ya de por sí degradante situación de los civiles que huyen de Somalia, que ahora también están sujetos a la ley de los piratas en alta mar.
Los africanos dedicados al saqueo y secuestro de buques, de acuerdo con la descripción de Otero, se camuflan con los refugiados para planear los potenciales abordajes sin ser detectados por las patrullas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la misión Atalanta. Esta presencia ha embrutecido el trato a los pasajeros, que acostumbran viajar hacinados -incluso amarrados y en las bodegas de carga- y sin comida ni bebida. El jefe de la misión de MSF, que tiene 48 años y nació en La Coruña, relata que los navíos prolongan las travesías hasta seis días, en función de las necesidades de los piratas: "Esta gente armada y violenta claramente aumenta la inseguridad y los riesgos para la población civil que escapa de Somalia".