RECUPERAR el HORIZONTE, por José Antonio Pagola

Según el magnífico estudio «La esperanza olvidada» del pensador francés J. Ellul, uno de los rasgos que mejor caracterizan al hombre moderno es la pérdida de horizonte.
El hombre actual parece vivir en «un mundo cerrado», sin proyección ni futuro, sin apertura ni horizonte.
Nunca los seres humanos habíamos logrado un nivel tan elevado de bienestar, libertad, cultura, larga vida, tiempo libre, comunicaciones, intercambios, posibilidades de disfrute y diversión. Y, sin embargo, son pocos los que piensan que nos estamos acercando «al paraíso en la tierra».
Han pasado los tiempos en que grandes sectores de la humanidad vivían ilusionados en construir un futuro mejor. Los hombres parecemos cansados. No encontramos motivos para luchar por una sociedad mejor y nos defendemos como podemos del desencanto y la desesperanza.
Son cada vez menos los que creen realmente en las promesas y soluciones de los partidos políticos. Un sentimiento de impotencia y desengaño parece atravesar el alma de las sociedades occidentales.
Las nuevas generaciones están aprendiendo a vivir sin futuro, actuar sin proyectos, organizarse sólo el presente. Y cada vez son más los que viven sin un mañana.
Hay que vivir el momento presente intensamente. No hay mañana. Unos corren al trabajo y se precipitan en una actividad intensa y deshumanizadora. Otros se refugian en la compra y adquisición de cosas siempre nuevas. Muchos se distraen con sus programas preferidos de TV... Pero son pocos los que, al salir de ese cerco, aciertan a abrir un futuro de esperanza a sus vidas.
Y, sin embargo, no podemos vivir sin esperanza. Como decía Clemente de Alejandría, «somos viajeros» que seguimos buscando algo que todavía no poseemos.
Nuestra vida es siempre «expectación». Y cuando la esperanza se apaga en nosotros, nos detenemos, ya no crecemos, nos anulamos, nos destruimos. Sin esperanza dejamos de ser personas humanas.
Sólo quien tiene fe en un futuro mejor puede vivir intensamente el presente. Sólo quien conoce el destino camina con firmeza a pesar de todos los obstáculos. Quizás éste sea el mensaje más importante de la fiesta de la Ascensión para una sociedad como la nuestra.
Para quien no espera nada al final, los logros, los gozos, los éxitos de la vida son tristes porque se acaban.
Para quien cree que esta vida está secretamente abierta a la VIDA DEFINITIVA, los logros, los trabajos los sufrimientos y gozos son anhelo, anuncio, búsqueda de la Felicidad final.
José Antonio Pagola