IV DOMINGO DE PASCUA

DEL EVANGELIO DE JUAN (10: 11-18)
"Yo soy un buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy un buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre". Los judíos se dividieron a propósito de estas palabras. Muchos de entre ellos decían: "Está poseído por un demonio; delira, ¿para qué escucharle?" Otros decían: "No es ése el lenguaje de un poseído. ¿Es que un demonio puede abrir los ojos de los ciegos?".
Orar en Domingo:
- El Pastor, el Agua, la Luz, el Pan, por José Enrique Ruiz de Galarreta sj
- ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón?, por Hermann Rodríguez Osorio sj
- Me amó y se entregó por mí, por José Mª Maruri sj
- La necesidad de un guía, por José Antonio Pagola