¡GRACIAS por NUESTROS cristianos LAICOS! por Julián Barrio

Queridos diocesanos:

La acogida renovada de la doctrina de la Iglesia sobre los fieles laicos ha creado una mayor conciencia de su dignidad de bautizados, de su vocación cristiana, de la exigencia de crecer en la inteligencia y en la experiencia de la fe y de su adhesión a la Iglesia. Ésta les confía la misión de construir el Reino de Dios en el mundo, ocupándose de las realidades temporales, ordenándolas según Dios y dejándose guiar por el Evangelio para contribuir a la santificación del mundo y mostrar a Cristo a los demás en el peregrinar cristiano. En el día del Apostolado Seglar y de la Acción católica, el mensaje es: “¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia!”.

Acción de gracias a Dios
En este convencimiento damos gracias a Dios y nos alegramos de ver a los cristianos laicos en los trabajos del Evangelio construyendo el Reino de Dios, con ese sentido de presencia en la Iglesia y de pertenencia a ella que “recibe el encargo de ofrecer a todos los hombres el anuncio alegre del amor, de la misericordia entrañable y de la salvación de Dios”. Esta es la dicha, la vocación y la identidad de la Iglesia.


Damos gracias a Dios por su testimonio de fe (1Pe 3, 15) en su propio ambiente de trabajo y en toda la sociedad, manifestado en la coherencia de fe y vida, en el compromiso de formación, en la preocupación de revitalizar la identidad y la espiritualidad cristianas, en el crecimiento y madurez como miembros de la Iglesia, asumiendo su responsabilidad en la transmisión de la fe sin acomodarse a los criterios del mundo y colaborando en las diferentes instituciones de la Iglesia.

Damos gracias a Dios y nos alegramos por ellos que comprometidos en el amor y en la fidelidad matrimonial, colaboran con todos los hombres de buena voluntad en la promoción del verdadero bien de la familia , en la defensa de la vida, en el cuidado de los enfermos y mayores, en la protección de los niños y de las madres en dificultades. Para la sociedad y para la propia Iglesia los matrimonios y hogares cristianos son verdaderas “iglesias domésticas”, “santuarios de la vida y del amor”, ámbitos de oración, comunicación y experiencia compartida de fe. “La Iglesia no se ha dado nunca por vencida frente a todas las violaciones que el derecho a la vida, propio de todo ser humano, ha recibido y continua recibiendo por parte de los individuos como de las mismas autoridades. El titular de tal derecho es el ser humano, en cada fase de su desarrollo, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural; y cualquiera que sea su condición, ya sea de salud que de enfermedad, de integridad física o de minusvalidez, de riqueza o de miseria” .

Damos gracias a Dios, porque estamos comprobando con esperanza que en tiempos de crisis, la acción caritativa y solidaria, especialmente por medio de Cáritas, no sólo no decrece sino que se acrecienta, siendo atendidos los pobres en su indigencia espiritual y material sin excluir a nadie pues “con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre” . Damos gracias a Dios porque quienes han sido bautizados, confirmados y fortalecidos por la Eucaristía, son conscientes de que “cuanto más vivo sea el amor por la Eucaristía en el corazón del pueblo cristiano, tanto más clara tendrá la tarea de la misión: llevar a Cristo” , favoreciendo la fraternidad y la convivencia, y mostrando la alegría y la dignidad de creer en la comunidad parroquial donde “la comunión eclesial, aún conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible e inmediata”. La Eucaristía, centro y fuente de la vida cristiana, ha de ser el corazón de la actividad pastoral de las parroquias y asociaciones laicales, para que los cristianos salgan “de la Misa a la misión”, tal como se expresaba en el Plan Pastoral Diocesano vigente. El bautizado es llamado constantemente a profundizar en su condición de hijo de Dios, a madurar en la fe y a dar frutos de sincera conversión, revisando su espiritualidad y renovando su formación cristiana entendida como “un continuo proceso personal de maduración en la fe y de configuración con Cristo, según la voluntad del Padre, con la guía del Espíritu Santo”.

Exhortación
Pentecostés impulsa a la Iglesia a pregonar el Evangelio (Mt 28,20), la llena de vida y de gracia (Lc 2, 4.41-47), y pide el compromiso de la acción apostólica. Es necesario que los cristianos laicos asuman con gozo su vocación misionera y testimonial, participen en la corresponsabilidad evangelizadora, y se impliquen en el proceso de formación para dar la respuesta propia del testigo a un mundo problemático y sediento de la verdad. En este sentido he de referirme al Itinerario de Formación Cristiana de Adultos, como instrumento muy útil ofrecido por la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar a todo el laicado, y que está siendo presentado en la diócesis desde la Delegación de Apostolado Seglar.


Es imprescindible que en la empresa y en la actividad económica, empresarial y sindical, actúen conforme a los principios y criterios de la Doctrina Social de la Iglesia, y que promuevan el conocimiento de la misma, teniendo en cuenta la dignidad de la persona humana y comprometiéndose con los derechos de los trabajadores, especialmente de los que padecen con más agudeza las consecuencias de la crisis por la pérdida del trabajo. En este sentido, “es preciso que los laicos tomen como obligación suya la restauración del orden temporal, y que, conducidos por la luz del Evangelio y por la mente de la Iglesia, y movidos por la caridad cristiana, obren directamente y en forma concreta en dicho orden; que cooperen unos ciudadanos con otros, con sus conocimientos especiales y su responsabilidad propia; y que busquen en todas partes y en todo la justicia del reino de Dios” .

A todos los cristianos laicos asociados en los diferentes movimientos apostólicos y muy especialmente a los miembros de la Acción católica, les convoco a implicarse en la actividad pastoral, litúrgica, catequética y social de las parroquias y zonas pastorales, con espíritu abierto y generosa colaboración, sin apetencias de protagonismos estériles, para dar de nuevo a la entera creación todo su valor originario. Consciente de las dificultades del momento para la evangelización, agradezco vuestro testimonio de fe, de amor a la Iglesia y de inquietud evangelizadora, invocando la acción del Espíritu Santo para que en vuestros propios ambientes seáis testigos del Evangelio y constructores del Reino de Dios, viviendo vuestra vocación de servicio fiel al mensaje de Jesús que amorosamente os eligió y os incorporó a su obra.
Os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+Julián Barrio Barrio