Un JESUITA en las PRISIONES de Banguecoque, Tailandia

Olivier Morin es un sacerdote jesuita francés que trabaja en las prisiones de Banguecoque, en Tailandia. Cuando algunos inmigrantes ilegales, que no tienen pasaportes, documentos o un visado válido, son detenidos por la policía de inmigración y enviados para un centro de detención en Banguecoque, donde permanecen hasta ser repatriados para sus países de origen, el padre Olivier les ayuda. Entre rejas contacta con estos "inmigrantes ilegales, no criminales".
El sacerdote cuenta, en un testimonio disponible en el YouTube, que el contacto se establece a través de "que es lo que necesitas?". "Comenzamos a hablar con ellos y buscamos la manera de poderles ayudar. Nosotros estamos allí y ellos pueden comunicarse con nosotros". Son personas "completamente desamparadas. Nosotros les llevamos paz y esperanza. También intentamos mostrarles nuestra cercanía para que no se sientan abandonados".
El trabajo desarrollado por los jesuitas, más allá de las visitas, está dirigido también a que consigan su libertad. "Queremos darles su libertad de vuelta". Por eso, es una "gran alegría cuando llego con un pasaje de avión. Es una fiesta porque representa que, al menos para uno de ellos, se ha abierto una puerta. Significa que, tal vez otro día, otra puerta se podrá abrir para otro", explica.
Un trabajo no siempre fácil, pero nunca imposible. "Si ellos no salen por la puerta, tenemos que abrir una ventana. No podemos decir que no hay otras soluciones. Nosotros encontramos soluciones y eso es fantástico", afirma la padre Olivier Morin. Es un trabajo de esperanza y que reconforta, hecho donde el contexto es adverso. "Los visitadores están separados por barreras, estamos lejos, y nos vemos obligados a gritar". El sacerdote jesuita no olvida los varios encuentros que tuvo con un hombre que sólo lloraba cuando lo visitaba. "Lágrimas grandes rodaban por su cara. En todas las ocasiones que esto acontecía, y fueron unas 10 veces, todas me sentía muy mal", recuerda. "Testificamos las miserias del mundo, la desesperación y el estado de pobreza, pero lo importante es ser capaz de decir que ellos no están abandonados. Alguien piensa en ellos. Cuando se está encarcelado y condenado a tantos años, la esperanza desaparece". El sacerdote asegura que en Banguecoque hay alguien que conoce su cara. No están sólos. "Yo conozco tu cara y sé quién eres tú". Para el padre Olivier Morin la mejor definición de Dios es "Dios es amor. Y ¿cómo se puede amar a tu hermano si lo ves detrás de las rejas y no haces lo mejor por él? ¿Lo que es importante? Decir a un criminal que él es mayor que su pecado. El Señor te ama y tú eres mayor que las cosas erradas que hiciste".