¿QUIÉN nos LIBRARÁ de VIVIR A MEDIAS? Por José Mª Rodríguez Olaizola sj

Hola, encantado de conocerte. No nos han presentado formalmente, así que te sorprenderá que te aborde con un tema tan solemne como la salvación. Y tal vez digas, «¡Pues vaya panorama...! Puestos a hablar en plan sesudo, como que no hubiera otros asuntos más atractivos...». Cuando se trata de profundizar en cuestiones significativas para la vida, el abanico es enorme, y muchos temas son bastante llamativos, al menos de entrada. Tú y yo podríamos hablar de sexo, de solidaridad, de valores, del ocio y sus alternativas, de la ciencia, de dinero, del amor, de la familia y sus múltiples problemas; podríamos debatir sobre alguna película cargada de mensaje o hablar acerca de algún personaje popular y carismático. Si se tercia y te gusta, podríamos hasta discutir de política. Si optamos por cuestiones religiosas, también podríamos encontrar un temario bastante amplio que suene al menos más cercano: discutamos sobre la misa, sobre si los curas estamos o no con los pies en la tierra, sobre las incertidumbres que a los jóvenes os plantea la moral sexual, o sobre qué debe hacer la Iglesia con su dinero. Hablemos sobre Jesús o sobre alguno de sus seguidores más significativos. Discutamos sobre fe y ciencia, o sobre las distintas religiones... Pero ¿hablar de la salvación? Entiendo que, de entrada, te suene entre imposible, aburrido y ajeno. Intentaré explicarte por qué, en realidad, es algo bastante más cercano de lo que parece y tiene que ver con lo más cotidiano de la vida.
Por cierto, perdona un comienzo tan abrupto. La cuestión es que me han pedido que te explique qué significa, en cristiano, la salvación. Creo que es tarea interesante, pero no es fácil lanzarse a esta cuestión sin sonar demasiado dramático. Y, por otra parte, hoy no solemos tener tiempo para preparar mucho el terreno. Hay que ganarse rápido al lector, que, si no, aparca la lectura hasta mejor ocasión (que rara vez llega). Así que, o consigo provocarte curiosidad en un par de párrafos, o me temo que no llegarás a la próxima página.
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Publicado en Sal Terrae 96